martes, 6 de julio de 2021

LOS DELITOS DE ODIO Y CIERTAS SENTENCIAS SOBRE CARTELES RACISTAS


Félix Población

Todo parece indicar, por las opiniones de quienes lo acompañaban esa noche, que el asesinato del joven Samuel Luiz en La Coruña pudo tener un carácter homófobo. Lo sugiere una expresión que suele preceder siempre a las agresiones y crímenes de los que son víctimas los homosexuales, cada vez más frecuentes. 

Bien quisiéramos que el grito, berrido o aullido “¡maricón de mierda!” estuviera borrado del lenguaje de las jóvenes generaciones, habiendo sido como fue esa una de las expresiones represivas de un tiempo viejo y oscuro de persecución y cárcel. Pero no, el avance en las libertades arrastra rémoras como esa, que reverdecen cuando los partidos regresivos de extrema derecha afloran y la memoria democrática se elude y/o desconoce. 

Ayer pudimos ver en los telediarios, tras la múltiple convocatoria de protesta en muchas ciudades de España por la muerte de Samuel, en qué medida faltan esas libertades en países como Georgia, donde los clérigos ortodoxos encabezan contra-manifestaciones violentas para que la voz de quienes viven otros tipos de sexualidad no se deje oír, sin que se les clave en el corazón la cruz de la que se sustentan y sostiene sus privilegios. 


El rostro de uno de esos monjes predicando en las calles de Tiflis a sus fieles fanáticos era la cabal expresión del odio. El odio que se acumula en las palabras y puede conducir al odio que lleva a cometer crímenes como el de La Coruña, condenado ayer por miles de personas en nuestro país, a la espera de que la justicia sea diligente en condenar a los culpables. 


Mientras ocurren estas cosas, hay jueces en la Audiencia Provincial de Madrid que defienden la legalidad del cartel racista que utilizó Vox para promocionar al partido en las pasadas elecciones autonómicas celebradas en Madrid. Los jueces consideran que se trata un "eslogan electoral", y aunque reconocen que puede tener datos falsos, esgrimen que no puede tratarse de "ideas a prohibir" cuando existen otras "tan criticables o más que estas”, según el auto adelantado por El País, al que ha tenido acceso elDiario.es. Los magistrados llegan a asegurar que "con independencia de si las cifras que se ofrecen son o no veraces, [los menores] representan un evidente problema social y político".


El ponente de esta sentencia con ribetes de columna periodística en un medio de comunicación reaccionario, sentencia que acaba de ser ratificada por el Tribunal Supremo, es el mismo magistrado que condenó a Isa Serra, ex portavoz de Podemos en la Asamblea de Madrid, a 19 meses de cárcel por tratar de impedir un desahucio.


Ante sentencias de esa guisa, siempre me pregunto por qué en España existe una asociación con el nombre de Jueces y Juezas para la Democracia, como si las demás tuvieran otro objetivo o no les importara que una referencia tan substancial para todas nombrara solo a una. Lo cierto es que sentencias como la comentada cuestionan o van en contra de la propia democracia.


LAS PALABRAS DE ODIO MATAN

Las palabras de odio de la extrema derecha matan. Han matado a un musulmán en Murcia por ser un "moro de mierda", y acaban de matar a un joven gay en A Coruña por ser un "maricón". No comprendo que la fiscalía, además de perseguir a los autores materiales de esos asesinatos, no persiga también a quienes lanzan mensajes de odio al diferente o al extranjero desde las tribunas públicas y en los medios de comunicación, llenando de mierda la cabeza a quienes sólo la usan como retrete, que es lo que hace la banda de delincuentes formada por Santiago Abascal, Rocío Monaterio, Iván Espinosa de los Monteros y demás energúmenos de Vox. La xenofobia, la homofobia y el racismo no son ideologías políticas ni opiniones, son delitos. José Manuel Fajardo

     DdA, XVII/4886    

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