Víctor Guillot
El periodista interrumpe a Juan
Carlos Monedero, que desayuna en el café del Hotel Don Manuel. Jugadas del azar, el
periodista acude tan solo con su grabadora y la primera novela de André
Gide, Los monederos falsos. El interlocutor,
Juan Carlos Monedero, acepta la entrevista y advierte enseguida el titulo del
libro que llevo en mi mano. En un alarde de reflejos y rigor intelectual,
recomienda una traducción mejor y más actual del libro de Gide que atiende al
título de Los falsificadores. Monedero acaba de
publicar en AKAL El paciente cero eras tú. Pasajes
políticos en tiempos tristes del coronavirus, y lo presenta en esta edición de la
Semana Negra.
-En tu
análisis de la última crisis de gobierno, observas que el resultado ofrece al
ciudadano una de cal y otra de arena: por una parte los miembros de Podemos se
mantienen y por otro, se realza el perfil económico neoliberal europeo
otorgando mayor peso en el gobierno a Nadia Calviño.
-Cuando un presidente hace una
remodelación lo hace desde su beneficio particular, pero si la hace Pedro
Sánchez se multiplica ese beneficio porque ha sido una persona que siempre ha
militado en el PSOE. Hay que recordar que la cúpula del PSOE lo defenestró,
después él les derrotó y desde entonces puso en marcha un proceso de ejecución
paulatina de todos sus adversarios internos. Sin embargo, tengo la sensación de
que al ser una persona que sólo ha estado en el PSOE, necesitaba reconciliarse
en algún momento con su partido, porque no es sencillo en un país como España
enfrentar unas elecciones en solitario. Sánchez es Sánchez porque tiene detrás
al PSOE y, por tanto, ha puesto en marcha una remodelación que satisface
distintos puntos de vista: mantiene la colaboración con Unidas Podemos porque
no puede abrir una crisis al respecto que sólo beneficiaría a la derecha, se
quita de en medio a gente que le había sido muy leal, como Ábalos, generando mucha
sorpresa, gente que le había acompañado en momentos duros y recompone puentes
que había sido rotos.
-La
política es una tormenta inclemente.
-Sabemos que la política es inclemente, que no es el reino de la
amabilidad, pero a veces sorprenden determinados comportamientos porque la convierte
en un espacio para las sospechas. Si tu eres leal, si tu eres fiel, y no se te
reconoce ese servicio, a la política solo se dedicarán los canallas y los
que tengan la piel muy dura. Sánchez intenta reconstruir el partido después de
haber ejecutado a sus adversarios. Cuando has eliminado a toda la gente que te
ha hecho sombra, siempre puedes empezar un momento de mayor amabilidad.
-¿Era
aconsejable a través de una crisis de gobierno? Quiero decir que esas alianzas
se rompieron en el congreso donde devastó los órganos intermedios en los
que confluían las diferentes miradas de la socialdemocracia. Ese fue el
verdadero cisma que dividió a los socialistas entre los que entendían que el
PSOE debía podemizarse y quienes entendían que esos pesos y contrapesos
ofrecían mayores garantías democráticas.
-Los partidos son entes vivos. La
socialdemocracia en europa prácticamente ha desaparecido y si Pedro Sánchez se
ha mantenido, ha sido porque se ha podemizado. Eso generó una reacción de los
sectores más tradicionales del partido. Felipe
González, Rubalcaba y Susana
Díaz lograron cortarle la cabeza, pero no lograron impedir el regreso de Sánchez
porque España había cambiado. Es muy raro que España cambie y no cambie el
PSOE. Esto es lo que ha pasado en Francia o Grecia y ha llevado consigo la
desaparición de la socialdemocracia. En Alemania tiene una enorme debilidad.
Pero, hay una contradicción de fondo: el PSOE es la parte débil de un binomio
conservador que se abre en la política española desde que recuperamos la
democracia tras la muerte de Franco. Por eso Pedro Sánchez mantiene la figura
neoliberal de Nadia Calviño en el gobierno, mantiene su relación con los
poderes económicos y está en muchas pistas, sosteniendo los platos, en un
difícil equilibrio. Cuando tienes suerte, te sale, cuando eres astuto te sale o
cuando juntas astucia, suerte e inteligencia, pues a lo mejor te sale. Hay que
reconocer que Sánchez tiene que responder a diferentes peticiones: mantener el
pacto con Unidas Podemos, mantener abierto el nivel de interlocución con el
independentismo catalán, no enfadar a las grandes empresas, gestionar una
Europa que ha cambiado por la Covid 19 pero que sigue siendo una estructura con
un peso liberal muy fuerte. Cuando tú los articulas, cuando logras un equilibro
de todos esos elementos, puedes gobernar.
“El PSOE es capaz de presentar a Nadia Calviño, que es
neoliberal y podría estar perfectamente en el PP, y presentar a otros perfiles
que por su labor municipal han gestionado más a ras de suelo”
-¿Por
qué ha sido tan inclemente con la gente de su partido?
Lo ha sido con Ábalos o Calvo y en cambio ha
mantenido a Grande Marlaska o Margarita
Robles, porque necesita equilibrios. Y en la política del siglo XXI esos
equilibrios son muy personalistas. Si te fijas, estamos especulando sobre
cuáles son las razones. Si hubiera órganos colegiados, no habría especulación,
habría certezas. En el siglo XXI, se ha personalizado muchísimo la vida política,
aunque es cierto que Sánchez no lo es tanto como sí lo es Macrón. Lo que quiero
decir es que la marca personal pesa casi más que la del partido. Y esto es una
suerte de reconciliación personal con su partido.
-Se
aborda una segunda parte de la legislatura. La mayor apuesta será la reforma
laboral. Si este gobierno de coalición progresista no lo consigue, ¿habrá que
interpretarlo como un fracaso de Unidas Podemos?
-Una fuerza del 15M que afronta incorporarse a un gobierno de coalición
arriesga muchísimo, pero no haber entrado en el gobierno habría sido una
frivolidad. No habría habido ley «sí o sí», no habría ley trans, no habría ley
rider, no habría ingreso mínimo vital, no habrían existido ertes, no se habría
presionado a Europa para cambiar las políticas de austeridad por los fondos de
reconstrucción. Por lo tanto, estos dos años de gobierno con Podemos han sido
muy fructíferos.
-Pero
quedan asuntos esenciales.
-Es verdad que quedan cosas que para mí son esenciales y que están en el
acuerdo de gobierno. Podemos tiene que presionar para cambiar de una maldita
vez la ley mordaza que en Gijón encarcela a sindicalistas, hay que lograr
regular los alquileres porque es absolutamente intolerable, hay que avanzar
para que las grandes empresas también paguen impuestos. Fíjate que se nos
olvida que se aprobó la ley de eutanasia que es una señal que explica que
España ha cambiado. Y algo que se nos olvida es la remoción del voto rogado. Un
país que durante la crisis expulsó a una buena parte de la población y luego no
les dejamos votar. Eso lo ha logrado también este gobierno. Uno es consciente
de que en un gobierno de coalición rige la correlación de fuerzas y que Podemos
es un socio minoritario que le impide captar el voto enfadado.
-Y eso
es un riesgo.
-Es un riesgo porque es muy difícil ser ministro y estar al mismo tiempo en
una manifestación protestando contra las decisiones de tu gobierno. Por eso no
me he cansado de explicar lo importante que es diferenciar el partido, la
fracción parlamentaria y el gobierno. Creo que el partido tiene vida propia y
debe ser el órgano que mande sobre los ministros, sobre los alcaldes, los
concejales, los parlamentarios. La responsabilidad de todos estos cargos recae
en el partido que los ha elegido para ocupar esos puestos. Por tanto, esa
asignatura que tiene Podemos pendiente con el partido en movimiento es la que
tiene que presionar para que se cumplan todos los acuerdos pendientes como la
derogación de la reforma laboral, la ley mordaza, las pensiones, o el reparto
de los fondos europeos. No puede ser una cuestión de Nadia Calviño repartiendo
entre las empresas. Van a ser dos años de una intensa agenda política que
desgraciadamente vendrá acompañada de un enorme ruido por parte de la derecha
que montó una policía patriótica, unos medios de comunicación patrióticos y
también creó una justicia patriótica. No tiene a todos los policías, ni a todos
los periodistas ni a todos los jueces pero sí a una parte con una capacidad de
convertir a su vez a una parte de la policía, una parte de los medios y una
parte de la justicia en un estercolero.
– Mario
Cuenca Sandoval acaba de publicar en Seix Barral una novela de referencia donde
plantea una distopía cercana en la que España es gobernada por un partido
fascista. Uno de los motores que alimenta ese triunfo es el miedo, la ira, el
sentido atávico de la humillación. Te cuento todo esto porque al poco de nacer
Podemos, Pablo Iglesias afirmó en más de una ocasión que el miedo estaba desde
entonces en el otro bando. De alguna forma Podemos despertaba el miedo político
o, al menos, lo desvelaba.
-Es verdad.
-Pero
fue Vox quien tuvo la capacidad para gestionarlo.
-La crisis capitalista siempre genera desempleo, incertidumbre. Esto sucede
en todas las crisis. Se convierte en un recelo a lo que está pasando porque no
lo comprendes. Si a eso le añades también como algo propio de nuestra época el
enorme desarrollo tecnológico que, simultáneamente genera aún más
incertidumbre, se crea un caldo de cultivo que lo puede captar perfectamente la
derecha. De hecho, el fascismo siempre es el plan B del capitalismo en crisis.
Y ese fascismo no es igual en los 30 que en los 80 que hoy, aunque sí tendrá
ese elemento de exclusión, de autoritarismo, de orden patriarcal, de religión
autoritaria.
-Creo
que hay un matiz: esta ultraderecha de Vox invita a desacomplejarse por ser
fascista.
-Como la de Mussolini.
–Sí,
pero a diferencia de aquella, o del falangismo en España, se ha quitado la
caspa y acude a los espectáculos de masas de la izquierda o comparte los
hábitos de consumo cultural que tradicionalmente atribuíamos a los progres o a
la izquierda en general. Creo que hemos confundido lo que es «ser de derechas
sin complejos». Creímos que reivindicarían una hegemonía cultural propia, como
en su día reclamó Juan Manuel de Prada, desde una visión eminentemente
intelectual y que no abandonaría la caspa. Sin embargo, pienso que cuando VOX
afirma que es la derecha sin complejos signficó que participará sin reparos en
los hábitos de consumo de la izquierda y acudirá al Primavera Sound o a
cualquier festival indie sin pedir perdón.
-Si, pero eso es sólo una parte del conjunto. Hay una parte destituyente,
hay una parte impagada, hay una parte frustrada, otra airada que responde a lo
existente y lo hace sin complejos también. A la derecha siempre le acompaña una
legitimación de la violencia. Autoriza a ser violento frente a aquellos que
dificultan su reconciliación consigo mismo y lo que hace. Por eso tiene derecho
a ser violento con la izquierda, con las mujeres, con los sindicalistas.
Consumir desaforadamente, que entraría en la lógica de tu pregunta, es una
forma de violencia estructural y forma parte de una explosión de ira que se
manifiesta con el derecho a consumir de una manera un poco estúpida. Pero eso
tiene las patas muy cortas. Es un momento muy explosivo.
-Claro,
es un hedonismo muy impulsivo pero que está ahí de modo constante. Ahí tenemos
las elecciones de Madrid.
-En el año 34, después de llegar al
poder, Hitler elimina a todos los que generaban
contradicciones, bien fuera por elementos identitarios, bien fuera por
elementos económicos. Elimina a toda la SA, toda la horma social del
nacionalsocialismo, pero también a todos los conservadores que habían aceptado
que Hitler gobernara, creyendo que los nazis se encargarían de las masas y los
conservadores se ocuparían del Estado. Los nazis querían también tomar el Estado
y por eso se cargan a la mano derecha de von
Papen. Por tanto, tendrían también contradicciones, si como ocurre en Lux, la extrema derecha
gobernara en España. Pero necesitarán cuatro elementos fuertes para reconstruir
el país: una idea muy tradicional de la familia: la derecha no tendrá problema
en exigir que su mujer sea una santa y después se vayan de putas, pero harán
valer una idea de familia autoritaria que generará contradicciones con la
homosexualidad. Lo vemos en Polonia o Hungría. Van a desarrollar también una
idea de nación autoritaria: America first o España first. Formularán igualmente
una religión autoritaria que acogerá diferentes formas de odio a los musulmanes
por cómo tratan a las mujeres desde el enfoque del choque de civilizaciones de
Huntington. Y por último van a tener una concepción muy autoritaria y luterana
de la propiedad. El que tiene es porque se lo merece. Eso no le gusta al papa
Francisco porque le cuestiona. Todo esto se les llenará de contradicciones y en
ese momento harán valer la violencia y los propios sectores que choquen entre
ellos serán ejecutados como ejecutaron en el 34 la noche de los cuchillos
largos a los disidentes. Se ve muy bien en la novela M.
El hijo del siglo de Scurati y en Alemania hay una extrema derecha dirigida por una
lesbiana. Es verdad que tendrán sus contradicciones.
-En
alguna ocasión, al poco de nacer Podemos, Pablo Iglesias tenía la tentación y
una parte de la izquierda, de convertir al lumpemproletariado en otro sujeto
político más a tener en cuenta.
-Yo no tengo tan claro eso. Nosotros
somos lectores de Walter Benjamin y sabemos
perfectamente que cuanto peor, siempre será peor. El empeoramiento de las
condiciones no necesariamente acelera la llegada del socialismo, sino que puede
traer el fascismo. Nuestra pelea es contra la precariedad y el incremento de
las desigualdades que es donde nace el fascismo. Cuando se empeoran las
condiciones, si tienes capacidad de explicación sí que puedes hacer que la
gente comprenda lo que le ha pasado. Pero si los medios de comunicación están
en esa lógica de blanqueamiento de la extrema derecha como Ana
Rosa, donde uno se asusta, pues te puedes esperar cualquier cosa.
-Pero
la fuerza de los medios de comunicación no creo que supere la fuerza de los
ertes de Yolanda Díaz. Quiero decir que todo el mundo que ha cobrado y salvado
el cuello durante la pandemia gracias a un erte, sabe también que es gracias a
Yolanda Díaz. Por eso la importancia de la reforma laboral.
-La sociedad se ha fragmentado. Los partidos se han convertido en frentes
amplios donde es prácticamente imposible que uno de ellos tenga una mayoría
absoluta. Esto implica que los partidos deben tener diferentes intereses,
diferentes miradas y referentes. En el siglo XXI la opinión publica está fragmentada
y el sentido común de la época es conservador. Si se genera miedo, te pones a
la defensiva. Activas tus mecanismos de defensa, tu hipotálamo genera un
perímetro de defensa y eso hace que sea más fácil atender a las opiniones más
simplonas y atávicas que explican cómo reaccionar ante el miedo. En ese
sentido, la figura de Yolanda Díaz es muy luminosa porque permite que sectores
que han comprado ese discurso conservador de la época, puedan escucharla sin
generarles miedo. No hay reacción sino puente de plata para que esos electores
alejados de la izquierda la puedan votar. Pero también tiene que convivir con
gente que no ha caído en ese sentido de época conservador, que es lúcida, que
es consciente de los problemas medioambientales, de los problemas de precarización
laboral, de la robotización de la economía, de explotación, de las migraciones
y esa gente consciente en posiciones progresistas también quiere escuchar un
discurso que les satisfaga porque se asemeja a lo que ellos piensan. Por eso
vamos a necesitar diferentes voces. Lo relevante es que se mantenga esa
idea de que forman parte de la misma familia.
-Algo
que ha sabido hacer el PSOE.
-El PSOE es capaz de presentar a Nadia
Calviño, que es neoliberal y podría estar perfectamente en el PP, y presentar a
otros perfiles que por su labor municipal han gestionado más a ras de suelo. El
PSOE es uno de los partidos de Estado que con sus medios de comunicación
gestiona mejor estas contradicciones. La derecha que tiene todos los medios de
comunicación hace exactamente igual: puede tener a Feijóo con un discurso
más moderado y a Ayuso que es prácticamente idéntica
a Monasterio. Unidas Podemos tiene
más dificultades por su juventud, porque no le apoya los medios de
comunicación, porque el sistema siempre intentará fraccionarla, alimentando
algunos sectores que están mas cerca de la vieja lógica como ocurre con Íñigo
Errejón… Pero eso es parte de la pelea de una fuerza política que nace de las
calles y del agotamiento de un sistema político que emerge expresando la
necesidad de superar el ADN de doscientos años de unas élites políticas
españolas expresado en la monarquía, el militarismo, el centralismo, el
bipartidismo, la relación iglesia y Estado y el capitalismo clientelar. Y en
tanto en cuanto esos elementos del ADN están en disputa, Unidas Podemos tendrá
un espacio, pero también va a tener una enorme confrontación.
MiGIJÓN.COM DdA, XVII/4892
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