Una exposición recuerda en
Berlín por vez primera la memoria de los “españoles rojos” que acabaron en las
colonias francesas. Miles de refugiados republicanos padecieron un periplo de
trabajos forzados en Francia, el Norte de África y Alemania para luchar durante
décadas por un reconocimiento y reparación que, en muchos casos, no llegó. En
la apertura participó el embajador español en Alemania, que hizo malabares
discursivos. La noticia de esta muestra coincide, ahora que hay jueces en nuestro país empeñados en que la Fundación Francisco Franco siga en pie, con otra de la
agencia EFE en la que se nos dice que Alemania impide que los usuarios puedan
acceder al perfil de Twitter de la
citada fundación. Tal veto no se aplica en España, donde esta organización
sigue siendo legal hasta la fecha. Como es sabido, todo tipo de referencia al fascismo está prohibido en aquel país. La distribución de símbolos como la esvástica, el saludo hitleriano o el himno del
partido nazi están penalizados por el Código Penal. Concretamente, el artículo
86 incluye banderas, insignias, uniformes, lemas, canciones y saludos. Es
más, están incluidos en esta prohibición los símbolos de organizaciones y
formaciones políticas que son consideradas como legales, pero que tienen el
riesgo de resultar similares a los partidos o asociaciones inconstitucionales.
Carmela Negrete
La
historia de Celestino Alfonso Matos no es muy conocida, y eso que asesinó
a Julius Ritter, el responsable para el Servicio de
Trabajo Obligatorio de las temidas Schutzstaffel (SS) alemanas en
toda Francia. Pierrot, que era el apodo de Matos, era carpintero y había sido
Comisario político de la segunda Brigada Internacional. Tras la guerra civil
española, se había refugiado en Francia, donde fue internado en un campo en
Saint-Cyprien y más tarde deportado a Berlín. Consiguió huir pero
para acabar siendo fusilado en Francia.
La historia de este comunista y la de
otros 140.000 refugiados republicanos es recogida por una exposición bajo el
título de “Rotspanier”, que es el nombre que los Nazis dieron a los
republicanos y significa “españoles rojos”. La muestra está abierta en Berlín
desde el jueves 3 de junio en el Centro de Documentación para el Trabajo
Forzado durante el Nacionalsocialismo.
Junto con la asociación francesa Ay
Carmela, fundada por un antiguo trabajador forzado y otros
familiares de víctimas en Burdeos, los historiadores Peter Gaida y Antonio
Muñoz Sánchez han querido contar la historia de los huidos tras la guerra.
Personas que padecieron, en especial en Francia y en Alemania, así como en las
colonias francesas del norte de África, el internamiento en campos de trabajo
forzado. “Con el argumento de no abrir viejas heridas en la sociedad española,
la democracia restaurada después de 1975 no acomete una revisión crítica de la
guerra civil”, asegura el texto de una de las columnas iluminadas que componen
la exhibición.
“Tenemos una ley de memoria histórica desde 2007”, decía el embajador español Ricardo Martínez Vázquez en la apertura de la exposición el jueves... y poco más. Porque sabe que los trabajos forzados durante el franquismo ni han sido investigados en profundidad ni sus víctimas han sido compensadas. Martínez Vázquez aseguró, sin embargo, que la exposición berlinesa “para un español es muy importante”, recordó que “Franco no tuvo ningún interés” en la memoria de estas personas y que ello fue “uno de los motivos” por los que cayeron en el olvido.
Martínez escogió muy bien las palabras,
evitando hablar de la guerra civil, término discutido en Alemania, donde hay
historiadores que la llaman “Guerra Española”, por la evidente intromisión
extranjera. También omitió el decisivo papel de Alemania, que sí se menciona en
la exposición. El régimen nazi fue responsable directo de la victoria de Franco
y, por tanto, de la propia existencia de los refugiados, a los que la Legión
Cóndor incluso llegó a bombardear. Hoy aún hay una avenida dedicada a la Legión
Cóndor en la capital alemana, el Spanische Allee.
El embajador está acostumbrado a esos
malabares diplomáticos. En septiembre participó en el
homenaje anual a las Brigadas Internacionales.
El Salto DdA, XVII/4870
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