martes, 8 de junio de 2021

UNA EXPOSICIÓN EN BERLÍN RECUERDA LA MEMORIA DE LOS "ESPAÑOLES ROJOS"

Una exposición recuerda en Berlín por vez primera la memoria de los “españoles rojos” que acabaron en las colonias francesas. Miles de refugiados republicanos padecieron un periplo de trabajos forzados en Francia, el Norte de África y Alemania para luchar durante décadas por un reconocimiento y reparación que, en muchos casos, no llegó. En la apertura participó el embajador español en Alemania, que hizo malabares discursivos. La noticia de esta muestra coincide, ahora que hay jueces en nuestro país empeñados en que la Fundación Francisco Franco siga en pie, con otra de la agencia EFE en la que se nos dice que Alemania impide que los usuarios puedan acceder al perfil de Twitter de la citada fundación. Tal veto no se aplica en España, donde esta organización sigue siendo legal hasta la fecha. Como es sabido, todo tipo de referencia al fascismo está prohibido en aquel país. La distribución de símbolos como la esvástica, el saludo hitleriano o el himno del partido nazi están penalizados por el Código Penal. Concretamente, el artículo 86 incluye banderas, insignias, uniformes, lemas, canciones y saludos. Es más, están incluidos en esta prohibición los símbolos de organizaciones y formaciones políticas que son consideradas como legales, pero que tienen el riesgo de resultar similares a los partidos o asociaciones inconstitucionales.


Carmela Negrete

La historia de Celestino Alfonso Matos no es muy conocida, y eso que asesinó a Julius Ritter, el responsable para el Servicio de Trabajo Obligatorio de las temidas Schutzstaffel (SS) alemanas en toda Francia. Pierrot, que era el apodo de Matos, era carpintero y había sido Comisario político de la segunda Brigada Internacional. Tras la guerra civil española, se había refugiado en Francia, donde fue internado en un campo en Saint-Cyprien y más tarde deportado a Berlín. Consiguió huir pero para acabar siendo fusilado en Francia.

La historia de este comunista y la de otros 140.000 refugiados republicanos es recogida por una exposición bajo el título de “Rotspanier”, que es el nombre que los Nazis dieron a los republicanos y significa “españoles rojos”. La muestra está abierta en Berlín desde el jueves 3 de junio en el Centro de Documentación para el Trabajo Forzado durante el Nacionalsocialismo.

Junto con la asociación francesa Ay Carmela, fundada por un antiguo trabajador forzado y otros familiares de víctimas en Burdeos, los historiadores Peter Gaida y Antonio Muñoz Sánchez han querido contar la historia de los huidos tras la guerra. Personas que padecieron, en especial en Francia y en Alemania, así como en las colonias francesas del norte de África, el internamiento en campos de trabajo forzado. “Con el argumento de no abrir viejas heridas en la sociedad española, la democracia restaurada después de 1975 no acomete una revisión crítica de la guerra civil”, asegura el texto de una de las columnas iluminadas que componen la exhibición.

“Tenemos una ley de memoria histórica desde 2007”, decía el embajador español Ricardo Martínez Vázquez en la apertura de la exposición el jueves... y poco más. Porque sabe que los trabajos forzados durante el franquismo ni han sido investigados en profundidad ni sus víctimas han sido compensadas. Martínez Vázquez aseguró, sin embargo, que la exposición berlinesa “para un español es muy importante”, recordó que “Franco no tuvo ningún interés” en la memoria de estas personas y que ello fue “uno de los motivos” por los que cayeron en el olvido.

Martínez escogió muy bien las palabras, evitando hablar de la guerra civil, término discutido en Alemania, donde hay historiadores que la llaman “Guerra Española”, por la evidente intromisión extranjera. También omitió el decisivo papel de Alemania, que sí se menciona en la exposición. El régimen nazi fue responsable directo de la victoria de Franco y, por tanto, de la propia existencia de los refugiados, a los que la Legión Cóndor incluso llegó a bombardear. Hoy aún hay una avenida dedicada a la Legión Cóndor en la capital alemana, el Spanische Allee.

El embajador está acostumbrado a esos malabares diplomáticos. En septiembre participó en el homenaje anual a las Brigadas Internacionales.

 El Salto DdA, XVII/4870 

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