Félix Población
Muchas veces me he preguntado si cuando se haga la historia de los años que vivimos ya varias generaciones de españoles, a lo largo de este casi medio siglo después de la dictadura, se tendrá en cuenta que de los siete presidentes del Gobierno que ha tenido este país, tres acabaron cobrando pingües emolumentos de las empresas eléctricas.
Se llamaba uno Leopoldo Calvo Sotelo, que aun estando muy poco tiempo en La Moncloa sí lo tuvo para cobrar esa suculenta mamandurria, y se llaman los otros Felipe González y José María Aznar. Súmese a ellos una veintena de ministros de los partidos turnantes en la gobernación del país y algunos más secretarios de estado que de proyectar las políticas energéticas pasaron a recibir sueldos millonarios, de los que se beneficiaron igualmente buena parte de quienes se responsabilizaron de la actividad económica de cada gobierno: Miguel Boyer, Pedro Solbes, Luis de Guindos y Elena Salgado. Rodrigo Rato no llegó a ingresar en plantilla, pero facturó a Endesa 25,8 millones de forma ilegal.
Estos datos conviene airearlos cada vez que a la ciudadanía -especialmente a la más necesitada- no solo se le roba con la subida de las tarifas eléctricas, sino hasta parece que se le toma el pelo con lo llamados horarios valle que sugieren poner la lavadora, el lavaplatos o la plancha de madrugada para que así confraternicemos ruidosamente con nuestros vecinos y nos ahorremos unos pocos euros en el recibo de la luz.
Estamos entre los países de la Unión Europea en el que la empresas eléctricas encabezan sus beneficios y en donde más alto es el precio de esa energía. Y esto sigue ocurriendo bajo el primer gobierno de coalición que se dice progresista desde la segunda República. Entiendo perfectamente el comentario airado que mi querido amigo y colega Félix Maraña nos dejó ayer a cuenta de tanta desvergüenza:
"Que dos expresidentes del gobierno de España estén colocados, con sobresueldo de escándalo, en las dos empresas eléctricas más poderosas, que controlan el servicio energético de un país, explica que estas dos compañías practiquen un latrocinio tiránico contra los indefensos ciudadanos. A los presidentes de dichas empresas usureras, y a los dos expresidentes de España, se les debería llevar ante un tribunal. Como los tribunales españoles están más preocupados por revolcar a Pedro Sánchez que por impartir justicia, debería ser el pueblo, el pueblo soberano quien tomara las riendas del tribunal de la calle. Y la plancha, la puta plancha, habría que pasársela a esos señores por los testículos. Porque son hombres, tengo entendido. Toda la noche planchando". No cabe añadir más, a menos que maldigamos.
DdA, XVII/4864
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