martes, 29 de junio de 2021

LA CABELLERA DE PABLO IGLESIAS



Félix Población

Repetí muchas veces hasta la saciedad que en la historia política de este país, y durante los pocos años que al cabo se mantuvo en activo, ningún líder político ha sido tan oprobiosa e intensamente atacado por sus adversarios y por la mayoría de los medios de comunicación como Pablo Iglesias. Esto debería ser reconocido por cualquier persona con un mínimo de objetividad crítica y por cualquier profesional de la información con mayor motivo. 

No encontraremos un caso semejante en la historia de este país, sobre todo si se tiene en cuenta que Iglesias mereció en sus comienzos el apoyo de unos cuantos millones de españoles. Casi tantos, no lo olvidemos, como el Partido Socialista, a cuyos líderes jamás se les trató de modo semejante. Es de esperar que algún día se analice, con el rigor que merece su persona y circunstancia, la burda, masiva y cainita operación de acoso y derribo que acabó con la retirada de Iglesias de la política, para la que demostró formación y aptitudes más que sobradas y poco frecuentes. 

No debemos olvidar que al líder y cofundador del partido morado se le ha llegado a acosar durante muchos meses en su propio domicilio y hasta se le ha impedido disfrutar de sus vacaciones veraniegas en compañía de su familia. No es exagerar si se afirma que ha sido el único político al que se le hecho la vida imposible, política y personalmente, sin que pocas veces encontrara en los medios el apoyo que semejante e intolerable actitud requería. 

Sin embargo, pasados dos meses desde su retirada, hemos asistido por dos veces a sendas noticias a cuenta de su cabellera, con o sin coleta, con o menos pelo. Esto es lo que da de sí el periodismo español que purgamos, como si sus informadores echaran de menos la presencia del personaje al que pretendieron cortar la cabellera y solo fuera noticiable su peinado. 

La noticia está en su silencio y en ese a no dudar provechoso y feraz apartamiento de la vida pública que de seguro va a propiciar buenas y necesarias nuevas para que el periodismo en España tenga por fin su 15-M, que falta hace. El periodismo basura lo va a notar seguramente.

     DdA, XVII/4889      

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