jueves, 13 de mayo de 2021

PABLO IGLESIAS COMO ESPEJO EN EL QUE SE REFLEJA ESTE PAÍS

Félix Población

Quienes hemos considerado a Pablo Iglesias tal como lo juzga mi estimado Raúl Solís en el siguiente artículo, estamos a la espera de un libro sobre lo que representó su experiencia política y personal a lo largo de estos últimos siete años, quizá diez si partimos del 15-M. Las consideraciones que se podrán hacer en el mismo deberían ser las que que Solís anota resumidamente en su análisis. Por incapacidad para rebatir sus argumentos, a Pablo Iglesias se le ha odiado como a ningún otro político en al menos los últimos cuarenta años de historia de este país, puede que más. La persecución y el acoso político y mediático a la que se le ha sometido con todo tipo de bulos y difamaciones, sumada a la familiar en su propio domicilio durante meses, muestran tanto la degeneración de sus adversarios políticos como el verdadero y miserable rostro de buena parte del periodismo en España, cuyo auge entre nosotros denota hasta qué grado de vileza encanallada  -que diría Cervantes-  se puede llegar cuando se carece del alcance intelectual suficiente para rebatir a quien se critica y la única herramienta con la que se cuenta para eso es la de empapar sin reparo ni vergüenza las palabras en la tinta de la bilis y el odio. Estoy deseando que ese libro se escriba pronto, tal como demanda la necesidad y la inmediatez de hacerlo en el tiempo más próximo posible a la marcha de su protagonista de la política. En sus páginas se ha de hacer  un análisis de fondo, con todo el calado intelectual y sociológico requerido,  más allá de la propia personalidad de Iglesias, porque, tal como señala Solís, lo que ha ocurrido con quien lideró Podemos y trató de encabezar un proyecto de verdadero cambio en España, puede servir de espejo de ese afán inquisidor que este país arrastra desde los tiempos oscuros de la Inquisición o del  Tribunal Especial contra la Represión de la Masonería y el Comunista de la dictadura franquista durante la posguerra. Como último capítulo de ese libro estaría, por ahora, el que Raúl comenta en su artículo a propósito del corte de la coleta de quien quizá con esa decisión quiso ratificar hasta qué punto la mierda se acumula en ese periodismo de cloaca que tanto lo persiguió. Por su arrojo personal, dignidad ética y capacidad intelectual, muchos confiamos en que por todo lo vivido en estos últimos años Pablo Iglesias no nos deje inermes frente a los hijos del fango.


Raúl Solís

Pablo Iglesias se ha cortado la coleta ocho días después de comunicar que abandonaba la política. Un gesto privado se ha convertido en apertura de periódicos y telediarios. Medios de comunicación, que se decían serios, haciendo conjeturas sobre por qué se ha cortado la coleta el hombre que ha sufrido más odio y difamaciones de los que todo lo tienen y quieren todavía más.

Iglesias no es un ser humano, es un espejo de la realidad de nuestro país, de los medios de comunicación y del nivel intelectual de muchos periodistas que han convertido la actualidad política en 'Sálvame', con perdón para 'Sálvame', que no se merece ser comparado con el periodismo basura.

Sonsoles Ónega, hija del que fuera jefe de comunicación de Adolfo Suárez y conocido periodista Fernando Ónega, porque en España se hereda hasta la cuota de pantalla, ha convertido su programa este miércoles en Telecinco en una mesa de análisis sobre las significaciones políticas que tiene que Iglesias se haya cortado la coleta.

“10 años después ya no queda ni la coleta”, ha afirmado Ónega, tratando de vincular el cambio estético del exlíder de Podemos con el aniversario del 15-M. Porque ahora todos los que lanzaron difamaciones contra el 15M se erigen en herederos del 15M. Con Iglesias se ha hecho algo que se hace de forma habitual con las mujeres, que es infantilizarlo y diabolizarlo en base a su supuesto carácter, atribuciones físicas o forma de ser. Lo han diabolizado porque era más fácil odiarlo que rebatirlo. Para debatir hace falta razón, argumentos y estilo, para odiar es suficiente con vísceras y prejuicios.

Esa campaña durante siete años ha servido para que Iglesias sea hoy el villano más odiado de España, pero también ha permitido que Iglesias sea el espejo donde España se refleja como país y, sobre todo, apreciar con rotundidad el analfabetismo funcional de gran parte del periodismo español.

Gente que se debería destacar por sus capacidades intelectuales, porque de ellos depende el sentido crítico y calidad democrática de todo un país, lo único por lo que destacan es por el no pensamiento. Sería maravilloso que las tertulias comenzaran hablando de los últimos libros que han leído quienes las componen. Nos íbamos a llevar las manos a la cabeza.

El programa de Sonsoles Ónega ha llegado todo lo lejos que podía en su propio esperpento como producto de desinformación. Ónega ha especulado cómo sería la imagen de Iglesias después de su corte de pelo, como si fuera una rueda de reconocimiento virtual, como si adivinando la imagen sin coletas de Iglesias tratara de buscar la identidad de un delincuente huido desde hace veinte años. Me imagino al director del programa dándole paso a Ónega por el pinganillo y ella presentando la imagen como si fuera a informar de la vacuna contra el cáncer.

Pablo Iglesias será recordado dentro de unos años como un hombre fundamental y protagonista de un ciclo político y el representante de los anhelos de cambio de una generación que decidió levantarse contra los consensos antidemocráticos del Estado del 78. Será recordado no como un político, sino como un intelectual, que es lo que son las personas que piensan, señalan y lideran los cambios que una sociedad necesita, incluso a pesar de soportar el odio del establishment.

La coleta de Iglesias es el último servicio que el exlíder de Podemos regala para ver con claridad que el verdadero problema de España son los medios de comunicación, el único ámbito que no ha hecho su 15-M y que se nutre del desprecio a la verdad, de información amarillista y de ser incapaz de mantener un debate de ideas sobre posibles modelos de sociedad. Hay más pensamiento crítico en un comentario divertido de Jorge Javier Vázquez en 'Sálvame' que en la lectura de una entradilla, leída del telepromter y con voz impostada, de Ana Rosa Quintana, que fue condenada en firme por plagiar un libro y ahí sigue, de reina de las mañanas televisivas, gestionando el derecho a la información de los españoles, un derecho fundamental recogido en el artículo 20 de la Constitución Española.

Al profesor universitario que consiguió que la izquierda se sentara por primera vez en el salón de mandos del Estado en un gobierno de coalición, después de la recuperación de la democracia,  todo lo que medios de comunicación tienen que decir de él es que se ha cortado la coleta y lo tienen que ridiculizar porque no pueden vivir sin él, convertido en el villano perfecto.

Pablo Iglesias no ha sido un líder político, sino un espejo que ha permitido mirarnos como país. Iglesias ha sido una terapia colectiva como sociedad. Por eso levanta odios y pasiones y es imposible la tibieza a la hora de referirse a su figura. La primera reacción que un paciente tiene cuando asiste a terapia es odiar al psicólogo, porque le hace preguntas que hace que aflore lo peor de él que ha estado guardado en lo más profundo de su ser, pero con los años el paciente siempre agradece a su psicólogo que le sacara sus miserias porque sólo así pudo seguir creciendo.

En unos años, Iglesias podrá mirarse en el espejo y su imagen, con coleta o sin ella, será la de un hombre que impulsó transformaciones históricas de nuestro país. En no mucho tiempo, habrá más votantes de Iglesias que votantes tuvo, del mismo modo que ahora hasta Ana Rosa Quintana se reclama heredera del 15-M. A Iglesias lo intentan neutralizar con odios, burlas y frivolidad porque con argumentos es imposible.


La última hora DdA, XVII/4845

2 comentarios:

iberista dijo...

Excelente. Visto en clave humorística, el corte de la coleta, en la liturgia taurina, marca el final de la actividad del matador. Sin embargo en la práctica, viene a significar un acto fallido que se concreta casi siempre (Curro Romero, Antoñete, Manzanares...) en un pronto regreso a los ruedos. Personalmente, estoy seguro de que así ocurrirá ahora. Y mientras tanto, si Iglesias se incorpora a un proyecto de periodismo crítico, los profesionales de la información a que se refiere el artículo, debieran estar muy preocupados.

Félix Población dijo...

Cierto, iberista, porque nos espera el 15M de los medios de comunicación, y hay gente muy joven y muy capaz en el empeño. Se acabó el régimen del 78 en el que se vició el periodismo, y espero que no sea a mucho tardar,

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