viernes, 21 de mayo de 2021

MI MÁS CORDIAL ABRAZO A LUNA, COOPERANTE DE CRUZ ROJA


Lazarillo

 

Han vuelto a proceder de la extrema derecha las mayores inmundicias morales registradas estos días  con ocasión de lo sucedido en Ceuta. Entre los pestilentes bulos perpetrados por esa gentuza excremental que supura la sociedad española está el de una ex política y tertuliana valenciana, cuyo nombre elude este Lazarillo, a la que el diario La Razón ha dado tribuna para exponer uno de sus hediondos mensajes. En el mismo se dice que uno de los migrantes llegados a la playa del Tarajal, de nacionalidad senegalesa y con el rostro lleno de lágrimas, se aprovecha “de la turgencia de los senos” de una cooperante de Cruz Roja cuando esta mujer le ofrece su abrazo. Hay que apestar mucho a cadáver moral para pensar y decir públicamente semejante vileza. Luna, que así se llama la cooperante, ha tenido que cerrar su cuenta en las redes sociales porque muchos otros miserables han escrito similares vómitos. Solo me cabe desde aquí ciscarme en todos ellos y abrazar la imagen de Luna consolando a un ser humano en busca de vida y esperanza. Quienes no lo hagan son unos sacos de mierda. Mi gratitud a Luna y a quienes como ella dejan asomar en medio de tanto odio ese luminoso destello de humanidad. Mi más cordial abrazo a Luna, de corazón a corazón.


PS. Recordemos las palabras del gran poeta Federico García Lorca en su última entrevista, antes de ser asesinado por las tropas franquistas en su Granada en agosto de 1936: Yo soy español integral, y me sería imposible vivir fuera de mis límites geográficos; odio al que es español por ser español nada más. Yo soy hermano de todos y execro al hombre que se sacrifica por una idea nacionalista abstracta por el solo hecho de que ama a su patria con una venda en los ojos. El chino bueno está más cerca de mí que el español malo. Canto a España y la siento hasta la médula; pero antes que esto soy hombre de mundo y hermano de todos. Desde luego, no creo en la frontera política. Sigue vivo, aunque no sepamos el lugar de sus restos mortales. Nada ni nadie acallará su voz.


DdA, XVII/4852

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