jueves, 20 de mayo de 2021

JAMÁS CHILE TUVO UNA CONSTITUCIÓN COMO LA ESCOGIDA


"Jamás una Constitución en Chile fue escogida por representantes directos del pueblo mismo en toda su historia republicana. Jamás hubo en el mundo una constituyente con paridad de género y esto es un síntoma de la revolución paradigmática en este país machista patriarcal, en el que la ola feminista chilena ha sido icónica a nivel mundial, cambiando para siempre la forma en que aceptamos entendernos y tratarnos y considerarnos unos a otros en este lugar.

Y aunque la clase política de la élite trató, trata y sin duda seguirá intentando secuestrarle este proceso al pueblo, la verdad de los hechos es que hubo más de 70 listas y solo una decena eran de partidos políticos, y así y con todo, ni en la ultra derecha dudan de los resultados: ganaron los independientes, ganaron las fuerzas de izquierda, ganó el pueblo mismo representado en listas autoconvocadas, de gente que se conocía o que se conoció en la calle o al alero de alguna lucha o demanda social.

Y los grandes perdedores, de plano, son los de esa clase política tradicional y elitista, considerada aval del sistema neoliberal, desde la derecha tradicional hasta la ex Concertación que gobernaron por 30 años a un Chile que no vio nunca llegar la “alegría” prometida en el eslogan de campaña del Plebiscito que terminó a medias y “en la medida de lo posible”, como dijo el ex presidente Aylwin, con la dictadura y con el legado de la dictadura de Augusto Pinochet, siempre sin tocar el modelo socio-económico neoliberal y más bien consolidándolo, de paso instalando progresivamente en los directorios de las grandes empresas, a los que alguna vez fueron líderes de la centro izquierda chilena, que jugó las cartas de la salida política pactada con Pinochet para esa “transición a la democracia” que como tal jamás se consolidó pese a cualquier discurso vendido a la opinión internacional". Léase@ el artículo de Pablo Aranda en PiensaChile: Estallido electoral: para el pueblo lo que es del pueblo.

¿Qué pasaría si un día
despertamos dándonos
cuenta de que somos mayoría?

¿Qué pasaría si de pronto
una injusticia, sólo una,
es repudiada por todos,
todos los que somos, todos,
no unos, no algunos, sino todos?

¿Qué pasaría si en vez de
seguir divididos nos
multiplicamos, nos sumamos
y restamos al enemigo que
interrumpe nuestro paso?

¿Qué pasaría si nos
organizáramos y al mismo
tiempo enfrentáramos
sin armas, en silencio,
en multitudes, en millones de
miradas la cara de los
opresores, sin vivas,
sin aplausos, sin sonrisas,
sin palmadas en los hombros,
sin cánticos partidistas,
sin cánticos?

¿Qué pasaría si yo pidiese
por ti que estás tan lejos,
y tú por mí que estoy tan lejos, y ambos por los otros que están muy
lejos y los otros por
nosotros aunque estemos lejos?

¿Qué pasaría si el grito
de un continente fuese
el grito de todos los continentes?

¿Qué pasaría si pusiésemos
el cuerpo en vez de lamentarnos?

¿Qué pasaría si rompemos
las fronteras y avanzamos
y avanzamos y avanzamos?

¿Qué pasaría si quemamos
todas las banderas para
tener sólo una, la nuestra,
la de todos, o mejor
ninguna porque no
la necesitamos?

¿Qué pasaría si de pronto
dejamos de ser patriotas para
ser humanos?

Mario Benedetti

DdA, XVII/4852

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