"Jamás una Constitución en Chile fue escogida por representantes directos del pueblo mismo en toda su historia republicana. Jamás hubo en el mundo una constituyente con paridad de género y esto es un síntoma de la revolución paradigmática en este país machista patriarcal, en el que la ola feminista chilena ha sido icónica a nivel mundial, cambiando para siempre la forma en que aceptamos entendernos y tratarnos y considerarnos unos a otros en este lugar.
Y aunque la clase política de la élite trató, trata y sin duda seguirá intentando secuestrarle este proceso al pueblo, la verdad de los hechos es que hubo más de 70 listas y solo una decena eran de partidos políticos, y así y con todo, ni en la ultra derecha dudan de los resultados: ganaron los independientes, ganaron las fuerzas de izquierda, ganó el pueblo mismo representado en listas autoconvocadas, de gente que se conocía o que se conoció en la calle o al alero de alguna lucha o demanda social.
Y los grandes perdedores, de plano, son los de esa clase política tradicional y elitista, considerada aval del sistema neoliberal, desde la derecha tradicional hasta la ex Concertación que gobernaron por 30 años a un Chile que no vio nunca llegar la “alegría” prometida en el eslogan de campaña del Plebiscito que terminó a medias y “en la medida de lo posible”, como dijo el ex presidente Aylwin, con la dictadura y con el legado de la dictadura de Augusto Pinochet, siempre sin tocar el modelo socio-económico neoliberal y más bien consolidándolo, de paso instalando progresivamente en los directorios de las grandes empresas, a los que alguna vez fueron líderes de la centro izquierda chilena, que jugó las cartas de la salida política pactada con Pinochet para esa “transición a la democracia” que como tal jamás se consolidó pese a cualquier discurso vendido a la opinión internacional". Léase@ el artículo de Pablo Aranda en PiensaChile: Estallido electoral: para el pueblo lo que es del pueblo.
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