martes, 11 de mayo de 2021

EL FIN DEL ESTADO DE ALARMA Y LA ALARMA ANTE QUIENES LO CELEBRAN


Lazarillo

A la vista de nauseabundo espectáculo que se ha dado estos días atrás en muchas ciudades del país, con grupos masivos de gente celebrando el final del estado de alarma, como si el virus de la corona se hubiera esfumado de nuestras vidas y la masacre de miles de ancianos en las residencias por falta de medios y humanidad fuera ya olvido, me parece oportuno el testimonio de quienes salieron adelante gracias al ingente trabajo solidario llevado a cabo por la sanidad pública. El espectáculo ofrecido estos días en las calles de España apunta a un grave deterioro de la conciencia social en nuestra sociedad. Si a ello anotamos el resultado de las pasadas elecciones en la Comunidad de Madrid, con una rotunda victoria de los partidos que entienden la libertad como permiso para emborracharse, la perspectiva debería obligar a declarar otro estado de alarma ante semejante patología ciudadana, síntoma inequívoco de una grave y temeraria carencia de madurez. Ante la posibilidad de que esa gentuza promueva una quinta ola de la pandemia, inserto  el testimonio de mi querido colega y amigo Félix Maraña:

Se cumple un año de mi visita a la UCI, de la que salí, gracias a un sistema sanitario y unos profesionales de la Sanidad que me devolvieron a casa. Pero todos ellos siguen allí, dedicados a salvar vidas, sin pedir nada a cambio. Va por ellos. Mientras, en las calles veo a gente que celebra no sé qué, como novios de la muerte. Pero la muerte acecha y ejecuta.
Garaje de guardia
Que la vida iba en serio se sabía
mucho antes de leer a Gil de Biedma
y recibir unos golpes de repente
de esos que te duelen o te matan.
Pero en serio, ya en serio, se comprende
cuando vas al garaje y no te arranca
el músculo central del carruaje
que bombea la vida por el árbol.
Y acudes de urgencia a los talleres,
una, dos enfermeras, tres o cuatro,
te rodean, asaltan tu esqueleto,
y toman posesión, a sangre y suero,
del trasto que presentas para el trance,
te imponen la salud como quien manda
el carburo vital intravenoso,
que te espanta la muerte de reemplazo,
y te tratan como en hotel de lujo:
No te muevas, nosotras te empujamos.
Por si acaso, tan sólo por si acaso,
no vuelvo de esta jaula de salud,
y me cubre de nieve negro alud,
y no podéis curar este fracaso,
os dejo mi mensaje más sincero:
Muchas gracias por ser mis ocho brazos
y darme algo de vida, nuevos plazos.
Bien seas enfermera o enfermero,
médico global, mundo sanitario,
arriesgando vuestra vida a diario,
que nunca os lo dije, pero os quiero.
© Félix Maraña
[En la antesala de la UCI, calentando motores. Para todos y todas los profesionales de la Salud, que nos tratan por nuestro nombre y nosotros nos olvidamos pronto de los suyos. Decir gracias es ya decir bien poco].

DdA, XVII/4843

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