lunes, 24 de mayo de 2021

EL CARTEL DE SAN MATEO, BIEN, PERO LAS PLAZAS SON DEL PUEBLO, NO DE LA CATEDRAL

Celso Miranda

El debate sobre el cartel de San Mateo tal parece una cortina de humo para soslayar las carencias del proyecto festivo en nuestro concejo. Yo voy a defenderlo por dos razones, básicamente: 1) Por no parecernos a la derecha rancia que padecemos en el concejo, y que disparó con toda su artillería de bajeza y miopía en materia cultural cuando desde el tripartito ovetense se planteó una campaña estilística distinta. Ya sabemos del dicho, "Gente de Oviedo, tambor y gaita". Si no sabemos salir de ahí, malo. La libertad (sí, esa palabra) del artista es lo que tiene. Y 2) Desde el punto de vista conceptual, la abstracción del cartel no puede reflejar mejor el si es/no es de la Concejalía de Festejos de nuestra ciudad. El modelo de fiestas del PP parece ser (raro en una formación que se dice conservadora) cargarse el modelo festivo implantado en la ciudad desde hace décadas porque lo identifican con "la izquierda". Y pueden incurrir en un error muy grave, identificando lo popular con lo izquierdista. Cargarse a los chiringuitos "de izquierdas" en una caza de brujas ideológica para dárselos, en régimen monopolístico, a los aliados de OTEA, tendrá problemas de encaje legal, e incluso inconstitucional, por no decir que difícilmente encaja con la filosofía liberal que pretenden defender peperos y naranjas. Sacar de la Plaza de la Catedral (la plaza del pueblo) los conciertos para contentar al retrógrado Arzobispado ovetense es otro craso error, que va a derivar en conciertos de pago (para quien pueda pagar) en el auditorio. Del modelo popular de fiestas para todos al modelo elitista en un solo paso. La pandemia no es excusa, otros concejos han aplicado ideas nuevas e imaginativas (Mieres), menos costosas (quizás esto sea un problema, en un mundo de comisionistas). Para este San Mateo, de desperezamiento del COVID, se debería estar trabajando en un modelo de transición, contando con los barrios y los artistas locales y regionales (que los hay, muchos y buenos, y lo están pasando muy mal), abandonando cachés que no proceden y animando a la participación ciudadana desde la proximidad y la no aglomeración. Como no hay nada detrás del capote, nos ponen a discutir de carteles. El cartel, conceptualmente, chapeau.

  DdA, XVII/4856  

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