miércoles, 12 de mayo de 2021

APUESTO POR VIVIR EN UN MUNDO DONDE QUEPAN MUCHOS MUNDOS

Pepe Guinea

Después de la conocida polémica sobre el debate electoral de la SER, dediqué un tiempo a cotillear sobre el tema. Creo que más allá del contenido de los mensajes que cada cual lanza en busca de votos, hay otra información que subyace al discurso y sin duda cuenta más de cada uno, que lo que de forma más superficial pretende transmitir. No me gustan los conflictos. Soy un tipo tolerante y creo que estoy en el mundo con una mente bastante abierta. Puede que no sea tan sociable como me gustaría. Me siento tímido y a la vez me preocupa el bienestar de la gente. De toda la gente, siempre ha sido así.

Me crié con mi abuelo, que me llevaba todas las mañanas al colegio con una pistola en el sobaco. Era increpado a veces en el metro por sus insignias de falangista y excombatiente. También con mi abuela, que hace pocos años me entregó el tenedor de madera con el que comía mi bisabuelo en la cárcel. Me acompaña aquí, al lado de la foto de mi abuelo en uniforme alemán a su llegada a la campaña de Rusia. Sé que para ella era algo precioso. Le llegó en el pequeño petate que le fue entregado después de que fuera fusilado. Fusilado por el hecho ser un periodista de izquierdas*. Cuento todo esto porque creo que tengo el privilegio de estar vacunado contra la intolerancia y el sectarismo. Mi abuelo admiraba a mi abuela y siempre me habló bien de su padre. Mi abuela nunca me habló mal de nadie a pesar del terrible dolor que sufrió. Se entendían. Nunca les vi un mal gesto de uno hacia el otro. Mi abuelo escondió las maletas de propaganda de mis padres cuando estos lo necesitaron. Sacó a mi padre de comisaría cuando acabó detenido tras alguna manifestación. Mi abuela trabajó de forma tenaz para sacar adelante a su familia sin ningún apoyo y llegó a niveles de reconocimiento que jamás antes una mujer tuvo en su empresa. Me contó alguna vez que cuando paraba su coche en los semáforos, algún descerebrado la llamaba puta. Simplemente por el hecho de tener su propio vehículo y conducir. Cada 1 de Mayo colgaba de su ventana sus jerseys rojo y negro y era jaleada por los manifestantes de la CNT que caminaban de Valdeacederas a Cuatro Caminos. Así he crecido. Yendo al local de la falange a ver "Tarzán" al poco de aprender a caminar y caminando a Torrejón gritando "OTAN no, bases fuera...". Dando lo mejor de mí trabajando para un banco y enfundado en un mono blanco en las cumbres antiglobalización. Pagando mi alquiler de forma impecable y tratando de devolver vida a inmuebles abandonados a la especulación y convertirlos en espacios de encuentro, donde aprender, crear y crecer.
Algo me ha quedado de toda esta experiencia. No me importa tanto como se venda cada cual, como la capacidad de escucha y diálogo que cada uno muestra. De sumar y trabajar en colectivo. De respetar al otro. De ver más allá de las máscaras y resonar con el corazón de las personas. Siempre voy a tratar de encontrar los puntos de encuentro desde los que poder empatizar y convivir. Eso sí, será imposible cuando alguien se posiciona desde el autoritarismo y el desprecio. Desde el cinismo y la agresividad. Desde la manipulación y el engaño. Me interesa la gente que hace por entenderse. Quizá pueda ser considerado un tanto naif, pero como alguien dijo hace tiempo, apuesto por vivir en un mundo donde quepan muchos mundos. Ojalá pueda ser así.

*Nota de DdA: Pepe Guinea se está refiriendo a su bisabuelo Javier Bueno y Bueno (1891-1939), redactor-jefe del diario republicano La Voz, director del diario socialista Avance (Oviedo y Gijón) y del diario socialista Claridad (Madrid), uno de los periodistas de más prestigio durante la segunda República, que también formó parte de la plantilla inicial del diario madrileño El Sol. Fue fusilado por la dictadura franquista en Madrid, en septiembre de 1939. El tenedor al que se refiere Guinea no corresponde al que utilizaba en su tiempo de presidiario en la cárcel de Oviedo, antes y después de la revolución de octubre de 1934 en aquella región, cuando la abuela de Guinea e hija del periodista -a quien tuve el gusto de conocer hace años- era una niña. Se trata del tenedor que Bueno tuvo en la cárcel de Porlier de Madrid, entregado a su hija con otras pertenencias después de que fuera asesinado por la dictadura. A Pepe lo conoció este Lazarillo cuando me propuse escribir un libro sobre Javier Bueno, libro que está escrito desde hace tiempo pero no encontró hasta la fecha editor.

DdA, XVII/4844

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