lunes, 17 de mayo de 2021

15M: SI NO VUELVES, DEVUÉLVEME EL CORAZÓN

 


Carmen Ordóñez

Luna estuvo trasteando un rato largo en el ordenador.

- Mamá, hoy se prepara algo gordo. He recibido la convocatoria por varios conductos y de colectivos que no tienen mucho que ver entre sí. Es probable que no venga a cenar, y a lo mejor tampoco a dormir.

Las redes sociales entonces no estaban tan extendidas como ahora. Ni siquiera eran corrientes los smartphones y las comunicaciones aún se hacían mediante SMS. Facebook sí tenía bastante aceptación, desde luego, pero ella se había dado de baja por su excesiva exposición. En algún momento publicaron una foto suya que no le gustó y rechazó de pleno la herramienta, así que se enteraba de estas cosas por medio de las listas de correo electrónico a las que estaba suscrita.

- Pues habrá que ir, le dije. Voy a llamar a Cuca, a ver si se apunta.

La manifestación fue enorme, impactante y poco común. No se veían banderas y sí muchas pancartas. Mucha gente joven y también viejos luchadores cansados. Y mucha alegría.

Los convocantes respondían a siglas tan poco convencionales como Democracia Real Ya o Juventud Sin Futuro. Ninguna presencia visible de los sindicatos o los partidos políticos habituales. El camión desde donde los convocantes arengaban las consignas con un megáfono había sido prestado por el Co.Bas, un sindicato de base y minoritario.

Al llegar a la Puerta del Sol, muchos de los asistentes nos fuimos disgregando hacia los bares de los alrededores donde comentamos la singularidad de aquella convocatoria y nos felicitamos por su éxito. Otros se quedaron en Sol y formaron un círculo para celebrar una asamblea donde se decidió pernoctar allí. Tomar la plaza era el objetivo, emulando los recientes movimientos de la primavera árabe.

Los más volvimos a casa con la sonrisa encajada pero con el mismo talante escéptico que siempre acababa por destruir nuestras expectativas, por optimistas que fueran. Luna volvió muy tarde aquella noche.

Por la mañana supimos que algo muy importante se había puesto en marcha. Los que resistieron allí aquella noche fueron sustituidos al día siguiente por otros, y luego por otros, y poco a poco se iban quedado allí, plantando tiendas Quechua e instalando tenderetes que ofertaban las más diversas alternativas. Pedían el apoyo necesario en forma de asistencia personal; pedían que cualquier actividad que tuviéramos en agenda para aquel día se trasladara a la Puerta del Sol. Pedían la luna y, mira tú por dónde, la luna se mostró.

Sol se llenó de curiosos que pudieron ver con asombro hasta donde llega la imaginación cuando se une a la solidaridad.

Hubo quien tenía clase de yoga y allá se fueron los alumnos y el maestro a hacer sus ejercicios; el profesor de Filosofía trasladó allí su clase y el fisioterapeuta, su consulta. En una esquina, un grupo coral ensayaba su repertorio. En otra, Agustín García Calvo cantaba en griego clásico la Odisea. Sol se había convertido en el ágora. Empezaron a formarse grupos asamblearios donde se debatían las más diversas cuestiones.

Nosotras teníamos previsto un taller de poesía aquella tarde y, ni cortas ni perezosas, nos plantamos en la plaza con una mesa abatible, un megáfono y todos los libros que pudimos cargar y nos instalamos en la puerta de La Mallorquina invitando a los transeúntes a recitar versos a grito pelado. Unos cuantos se atrevieron; otros se limitaron a observarnos con una sonrisa complaciente o a coger un libro para buscar su poema favorito y, al menos, releerlo en voz baja. 

Así pasó y aquello no paró en muchos, muchos días. El resto, ya lo contaron por la tele. Y lo llamaron 15M.

       DdA, XVII/4849     

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