Alicia Población Brel
La obra clásica de Virgilio habla de un joven que, tras ver arrasada su casa, su patria, su hogar, se ve obligado a partir en busca de un futuro mejor y un sitio donde establecerse. En esta ocasión, LaJoven, antes La Joven Compañía, ha hecho una adaptación de la obra, como también hizo con la Iliada y la Odisea, llevándola a nuestros tiempos. Eneas, interpretado por Samy Khalil, es un joven que ha visto su barrio incendiarse por quienes no consienten lo foráneo en el país. Lo ha perdido todo, y se embarca en un viaje hacia ninguna parte con Acates, Marta Velilla, y Palante, Javier Ariano.
La compañía dio un paso más en su siempre innovadora
forma de trabajar para colaborar mano a mano con otras disciplinas artísticas.
Para ello trabajaron conjuntamente con la Escuela de Circo Carampa, el
Conservatorio Superior de Danza María de Ávila y la Escuela de Música Creativa.
Teatro, circo, música, danza… trabajar con todas
estas disciplinas sobre un mismo escenario es realmente complicado. El texto de
Paco Gámez a partir del de Virgilio quedó precisamente algo escondido quizá
debido a tal despliegue artístico durante la puesta en escena, y fue una pena
que el trasfondo de la obra quedara eclipsado. Se echó de menos un poco más de
énfasis en algo tan importante y tan universal como lo que pretendió contar Virgilio
en su momento y que, tristemente, seguimos viendo a día de hoy en nuestro mundo:
el miedo al extraño, la desconfianza a lo que viene de fuera, el odio
desorbitado hacia quienes no consideramos iguales.
En ciertos
momentos, los números de circo parecían estar fuera de lugar, poco mimetizados
con la trama central y dispuestos como mero ornamento espectacular entre escena
y escena. Es una pena que no engarzaran de una manera más precisa con la
historia que se quiere contar, ya que de ser así quizá esta hubiera ganado
fuerza. Sin embargo, la playlist para un
continente a la deriva estaba cuidadosamente elegida por el encargado de la
dirección musical, Alberto Granados, y el director de escena, José Luis
Arellano. Entre los arreglos que Granados llevó a escena, con una banda en
directo situada en uno de los lados del escenario, estaban “Il cielo in una
stanza”, “How Deep is your love”, “Bésame mucho” y el aria “Pur ti miro” de
Monteverdi, entre otros temas. Toda una miscelánea para llevarnos de viaje por
el Mediterráneo que recorría el protagonista. Si bien es verdad que en algunos
momentos la batería de Jorge Enríquez sonaba en demasiado primer plano o los
temas no se acoplaban exactamente a los movimientos realizados en escena, la
música en directo siempre es de agradecer a la hora de disfrutar de cualquier
espectáculo.
Es de destacar, la escenografía ideada por Silvia de
Marta para el momento de intimidad entre Dido y Eneas: Una enorme bola de aire en la que hay un
colchón y varias luces led rojas entra en escena para deshincharse poco a poco
con el peso de los amantes, mientras el resto de personajes narran la escena erótica
desde los extremos del escenario. Uno de los cuadros más bonitos y delicados de
la obra. Sin embargo, es curioso que, salvo en esta escena, que el desnudo sí
estaba más justificado, en otras muchas no dejaran de verse los torsos de
actores y actrices, como el momento en el que Acates se desnuda para irse al
Hades o en los momentos de cambio de atrezzo por parte del resto de los actores,
momentos en los que el desnudo no tenía un motivo significativo.
*Reseña crítica pública en Aquí Madrid
DdA, XVII/4819
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