lunes, 19 de abril de 2021

HAY QUE SEMBRAR LA TIERRA DE ABRAZOS PARA QUE NO MURAMOS

 

GOTI DEL SOL

Félix Población

Llevamos ya más de un año sin que nos podamos dar abrazos. No sabemos en qué fecha recobraremos el abrazo, pero más de un año sin abrazos es mucho tiempo en nuestra vida mamífera. Tampoco sabemos de qué modo está repercutiendo su ausencia en la esencia de nuestra humanidad, pero yo creo que estamos empezando a notarlo y el grado de deterioro mental podría llegar a ser importante. 

Los abrazos están tan cerca del aliento que fueron prohibidos mientras el virus de la corona habitara entre nosotros. Hasta que el contagio no sembró con más de tres millones de muertos el planeta, la gente se llenaba de abrazos sin reparar en lo que podría ser un mundo sin ellos. 

Ese mundo ya lo tenemos entre nosotros, hasta el punto de que nuestras vidas parecen estar haciéndose a ello como si formara parte de una nueva rutina. ¿Volveremos a los abrazos con el entusiasmo que esta larga ausencia debería provocar en quienes no dejamos de echarlos de menos? Sería lo más propio de nuestra mamífera condición después de tanto tiempo.

Habría que recuperar el abrazo, cuando pueda ser, con un incremento notable de su valor, dándonos cuenta de lo mucho que nos faltaba cuando nos faltaba y de lo mucho que nos llenará cuando vuelva. Ojalá fuéramos capaces de esto, porque de una humanidad con esa capacidad de reparación y reconsideración se podría esperar mucho. 

Lo que nos tocaría, después de que nuestros ancianos de la guerra y la posguerra -los que hicieron este país con su trabajo en tiempos de represión y miseria-, murieran abandonados en la residencias sin el abrazo de los suyos, es sembrar la tierra de abrazos frente a quienes la entienden como un territorio de dominio y codicia, a esquilmar y arrasar sin límite. Hay que sembrar el planeta de abrazos para que no muramos.

    DdA, XVII/4823    

1 comentario:

Nacho Vega dijo...

Volveremos a celebrar el abrazo, amigo. A los que ya no están y no pudimos abrazar en esos momentos finales, los tenemos vivos en el recuerdo. A ellos y a todos los que queremos y ya se han ido a formar parte del Universo. Mientras no olvidemos, seguirán estando.

Abrazos, Félix. Paciencia también. Pero abrazos.

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