viernes, 9 de abril de 2021

COMBATIR AL FASCISMO ES SER HUMANO



Pablo Álvarez Fernandez

Tengo una hija de doce años, una niña a la que, su madre y yo estamos tratando de educar para que sea una persona solidaria, empática, generosa, tolerante y libre de prejuicios.

Imaginad ahora que, en medio de este proceso, día sí y día también, alguien de mi entorno le repitiera continuamente mensajes de odio. Imaginad que le calentaran los oídos con soflamas xenófobas, racistas, machistas u homófobas.

¿Qué tendría que hacer yo? ¿Obviarlo? ¿Permanecer mudo, hacer como que nada ha pasado y no dar respuesta?

Si hiciera eso, si quedara callado, el odio no desaparecería y correría el riesgo de que, ante mi indiferencia, el mensaje calara en mi hija y ella lo diera por bueno. Un riesgo que no estoy dispuesto a asumir. Esa es mi responsabilidad como padre. Pero no es la única, también tengo una responsabilidad como ciudadano. Y aplico el mismo criterio.

Lo siento mucho, no puedo permanecer impasible ante el fascismo, no puedo cerrar los ojos y tapar las narices. No puedo.

No creo que fingir que no existan sea la solución, no creo que el silencio o la indiferencia los derrote. Esconderse, hacerse a un lado, es dejarles el camino abierto para seguir avanzando. Podemos debatir sobre la estrategia, pulir las formas, estudiar nuevas tácticas, pero el odio no puede ni debe quedar sin respuesta.

Combatir el fascismo es amar a la humanidad, es ser humano.

   DdA, XVII/4814   

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