Alejandro Álvarez
El mito de David contra Goliat responde a las ansias de vencer a los más fuertes por parte de los más débiles o los que cuentan con menos medios. La valentía, la maña, la inteligencia, el arrojo suelen ser las armas que facilitan la victoria. En ocasiones el mito se convierte en realidad. Y los poderosos se sorprenden. En las elecciones a la Comunidad de Madrid no está del todo claro quién es Goliat si pensamos en nombres de candidatos nominales, pero sí es evidente quién es el que menos apoyos tiene: Pablo Iglesias. Más aún, él es el que cuenta con la inquina de todos los grandes grupos mediáticos, el más perseguido, el más demonizado, el más vilipendiado, la bestia negra del "poder" por antonomasia, del statu quo. Quizás esto solo pueda entenderse por el hecho de que él (como cabeza más visible de Unidas Podemos) personifica la política antiliberal y enfrente de él están los abiertamente y rabiosamente neoliberales (PP, VOX), los moderadamente neoliberales (PSOE) o los asimilables al neoliberalismo en materia económica (MÁS MADRID). Lo que teme el "poder" económico es que el mito se haga realidad y David (Unidas Podemos) sea capaz de imponer al Goliat neoliberal un giro político que cuestione los privilegios económicos y de todo tipo de esa clase dominante. Para impedirlo los medios del poder juegan dos partidas: por una parte, centran su apoyo a los rabiosamente neoliberales; por otra, tratan con todas sus fuerzas de inclinar el voto de la izquierda real hacia la abstención o hacia los moderadamente neoliberales. Su estrategia en la pelea consiste fundamentalmente en impedir que David-Unidad Podemos-Pablo Iglesias pierda la pelea, es decir, no alcance el objetivo de imponer políticas antineoliberales. Si estrategia des-informativa lo evidencia. Pero a veces, la valentía y la inteligencia tiene sus frutos y el mito se convierte en realidad, obligando a Goliat a morder el polvo. Todo depende de que unos cientos de miles no se queden en casa el día 4 de mayo ni se dejen engañar por los engaños del poder económico y sus medios de manipulación. Y parece que se está en esa dirección. Sí se puede. Pero los ataques se recrudecerán.
DdA, XVII/4811
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