Félix Población
A los madrileños y ciudadanía en general no les
hace falta reafirmar ahora que Isabel Díaz Ayuso es una insensata y una tipa
peligrosa, tal como se llamaría ella a sí misma hace un mes en el caso de que
convocara elecciones anticipadas. Uno de cada cinco fallecidos por COVID en
España residía en la comunidad que preside esa señora, caracterizada por
desmarcarse del criterio general adoptado por las restantes ante la más grave
pandemia sufrida por este país en un siglo.
La moción de censura contra el gobierno de la
derecha en Murcia, luego frustrada gracias a la compra de tres diputados de
Ciudadanos por el Partido Popular (76.000 euros y chófer a domicilio), provocó
a la presidenta de la Comunidad de Madrid a representar una vez más el papel
que viene interpretando desde hace un
bienio gracias a quien pretende hacer de ella la lideresa de España. Si hasta
ahora en el gobierno de esa región se venían dando ostensibles concomitancias
con la extrema derecha -entre las que se incluye la prohibición de un acto en
el que iba a participar una ministra de España, insólito en una democracia
respetable-, por qué no ser más francos y buscar una colaboración efectiva tras
una convocatoria electoral, con el partido naranja en disposición de quedar a
tiro de papelera.
Al margen de la ignominia protagonizada por el
nuevo tamayazo del Partido Popular en Murcia, que acelerará con toda seguridad
el ritmo de descomposición de Ciudadanos en el resto del país -para desconsuelo
de quienes desde el PSOE pretendían ganarlo para su causa moderada-, lo que
ahora se plantea en Madrid es la oportunidad de que a la izquierda del partido
del opositor durmiente (Ángel Gabilondo) se corrija lo que nunca debió ocurrir -tres
meses antes de los últimos comicios autonómicos- y muchos recordamos con
bochorno. Aquello trajo consigo el gobierno de la derecha extrema que están
purgando los madrileños, sin que a pesar de ello esa izquierda haya tenido la
previsión de estudiar entre quienes la componen la posibilidad de un frente común,
tal como ahora y de modo tan repentino como urgente (diez días) se impondría.
Como me recordó un amigo recientemente, ningún
partido de la derecha parlamentaria se atrevió hasta la fecha a utilizar en
este país un eslogan como el empleado por el ex presidente Trump en el suyo. “Libertad
o socialismo” puede que llegue a ser, tal como adelantó Ayuso en unas
declaraciones, el que el asesor Rodríguez ponga al frente de la campaña del
Partido Popular esta primavera, si es que no lo plagia fraternalmente Vox.
Con vistas a esos comicios se requiere -quizá como
nunca hasta ahora- la unidad de los partidos que están a la izquierda del PSOE,
con una única candidata -digo candidata- a la presidencia de la Comunidad de
Madrid, cuya imagen sea
identificable con
el mejor eslogan del que se puede seguir disponiendo para combatir al de la derecha extrema: Decencia o corrupción.
Estamos hablando de la ciudad que quiso ser la
tumba del fascismo. Ante la posibilidad de un gobierno presidido por Ayuso y
Monasterio, sería aconsejable empeñarse con el máximo celo y la mayor celeridad
-restañando heridas- en aquel otro eslogan de un tiempo heroico: “No pasarán”.
*Artículo publicado ayer en La última hora
Léase@también: Ayuso es fascismo
DdA, XVII/4788
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