domingo, 14 de marzo de 2021

DE BUCKINGHAM A LA ZARZUELA: ¡JACOBINOS DEL MUNDO, UNÍOS!



Paco Faraldo

Estos últimos tiempos asistimos a una lucha enconada entre las casas reales inglesa y española para encabezar el ranking de desafueros. Pero no siempre fue así, porque antes de lady Di, en lado inglés, y de la abdicación del hoy emérito, del lado español, solo nos llamaban la atención las anécdotas y lo pasábamos la mar de bien. Qué tiempos.

En nuestro reino, los problemas serios comenzaron cuando el señor de la Zarzuela abdicó, porque hasta ese momento nos entreteníamos con el repertorio de incidentes menores protagonizados por el emérito, que mostraba una extraña tendencia despeñarse por las escaleras, intentar pasar al otro lado de los espejos o acumular titanio en su anatomía. El hombre caía bien, y una gran parte de los súbditos disculpaba sus reiteradas ausencias de palacio pues intuían que la causa de las desapariciones eran su afición a la caza mayor, concretamente a la caza de ejemplares del otro sexo de la especie, y ya se sabe que tal cosa son pecadillos borbónicos que llevan en la sangre. De sus fechorías económicas algo se conocía, aunque nadie osaba a adentrarse en terreno tan resbaladizo. Y así continuamos, hasta que Juan Carlos abdicó. Ahí se acabó la diversión.
Los británicos, por su parte, vivieron encantados con sus comidillas reales hasta que la princesa del pueblo murió en aquel accidente que dio pie para los relatos conspiranoicos que probablemente acabaron con el escaso prestigio del sucesor al trono. La reaparición estelar de Camila, la eterna amante, todavía cabreó más al personal; ¿“qué tendrá el heredero en la cabeza para casarse con ese adefesio después de haber hecho sufrir tanto a la princesa del pueblo”?, se preguntaba la feligresía.
Pero la abdicación de Juan Carlos y el repudio más o menos táctico de Felipe, desvió de nuevo la atención hacia La Zarzuela. De repente, afloraban a todos los chanchullos y fechorías del rey español y la literatura picaresca volvió a gozar del favor de los lectores nutriéndose de la inacabable historia que que narraba en fascículos las hazañas del rey golfo. Sin embargo, cuando parecía que La Zarzuela tomaba ventaja en el favor de los lectores y televidentes, he aquí que Buckingham contraataca y hace explosionar una bomba de importación llamada Meghan, y pone todo patas arriba y disputa la mayor atención mediática a la pintoresca familia real española. El Reino Unido se estremece cuando la ancianísima reina y sus alrededores sufren acusaciones de racismo, nada más y nada menos.
No sabemos cómo acabará el serial de estas historietas monárquicas. ¡Jacobinos del mundo, uníos!

DdA, XVII/4788

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