Valentín Martín
A ver, que todos somos hijos de dios o eso dicen: en plena guerra contra la pandemia, mi centro de salud y todos los demás de Madrid cierran mañana y dejan de vacunar hasta el próximo lunes en que reanuden la tarea. Por supuesto todos los sanitarios están vacunados ya hace tiempo, lo que me parece tan lógico como razonable. Pero este puente de cuatro o cinco días que se toman con 75.000 españoles muertos, me parece una traición al país que les paga tanto en la guerra como en la paz. Un sobrino mío me comunica que en mi pueblo de Salamaanca están citados el DOMINGO para la vacunación. Eso también me parece lógico y razonable. Cuando yo escogí mi profesión sabía que durante toda mi vida laboral tendría tres días de descanso al año: Nochebuena, Nochevieja, y Viernes Santo. Nos dejábamos la piel y no lo publicábamos en los periódicos ( y eso que los teníamos bien a mano). Tampoco proclamamos que cuando Franco se murió en el garaje de El Pardo estuvimos un mes viviendo en el periódico y durmiendo en los sofás de la sala de espera, hasta que se hiciera oficial el difunto y empezar a lanzar a la calle el periódico que estaba ya hecho. Hay profesiones que te chupan el tiempo, pero se eligen. Lo que hacen desde mañana los sanitarios de los centros de salud madrileños sería de Gila si no fuera tan siniestro. (Mañana no hay guerra, que nos viene muy mal- decía el genial humorista al enemigo). Solo que lo suyo era una guerra de mentira y los miles de muertos de ahora son de verdad.
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