jueves, 11 de marzo de 2021

LA VICTORIA DE LAS MUJERES

 


Vicente Bernaldo de Quirós


   Hay que reconocer que este año lo tenían más difícil que en anteriores ocasiones: la complicación de la pandemia por el coronavirus, las dificultades de todo tipo que los enemigos del feminismo venían colocando como pequeñas bombas trampa, la criminalización de las reivindicaciones de las mujeres y sobre todo la resaca de que se les colgara el sambenito de ser las culpables de la expansión de la enfermedad por la manifestación del 8 de marzo de 1920, pusieron el listón muy alto para que la protesta de 2021 pudiera tener más eco de lo que algunos temían.
   Pero la constancia de las mujeres no tiene topes y su determinación para no callar su voz es absolutamente plausible, hasta el punto de que los intentos para que Madrid no fuera el altavoz de toda España en las manifestaciones resultaron baldíos, pese a la prohibición del delegado del Gobierno, aduciendo problemas de índole sanitaria.
    Al igual que en otras regiones de España, Asturias incluida, las mujeres supieron organizarse bien y cumplieron todos los protocolos sobre medidas de seguridad con distancia social y mascarilla. Lo que no quisieron cumplir fue la propuesta de silencio que emanaba de las altas instancias del patriarcado y gritaron en voz alta y hasta que se cansaron sus consignas de que nos queremos libres y vivas.
   Fue todo un ejemplo de organización y de ganas de contarle a los españoles sus reivindicaciones que, desgraciadamente, son las mismas que las del año pasado porque muy pocas cosas han cambiado. Y así, con los medios necesarios para no contagiarse, en Madrid y en el resto de España, las mujeres alzaron su voz y su testimonio y consiguieron una extraordinaria victoria para el feminismo y la lucha de todas las desposeídas.
   No pudieron con ella ni las prohibiciones de concentración del delegado del Gobierno (que casualidad que este buen hombre se apellide Franco) ni la reafirmación judicial en la que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid se convirtió en el brazo armado de la presidenta Isabel Díaz Ayuso. Cuando el hambre de justicia aprieta ni las órdenes de las togas se respetan.
   La prueba del nueve de la victoria feminista el 8 de marzo (no contemos asistencia ni deserciones de última hora, sino superación de dificultades y de obstáculos de todo tipo) fue la histérica reacción de la tertuliana y periodista de extrema derecha Isabel San Sebastián que pronunció un procaz ataque furibundo a la ministra de Igualdad, Irene Montero
   La rabia, el odio y la frustración de la hija del cónsul y ferviente admiradora del catolicón Jaime Mayor Oreja, ha dejado bien a las claras que las propuestas del feminismo el difícil año de 2021 se han saldado positivamente. Y sus bravatas machirulas no han hecho mella en el ánimo de las mujeres que quieren ser libres para hacer de su cuerpo lo que ellas mismas desean. Ha quedado como una pobre quintacolumnista que ha fracasado en su intentona neurótica. Las mujeres feministas del siglo XXI saben que es lo que quieren y están dispuestas a llegar hasta el final para conseguirlo. Y las que se queden mirando para atrás, se convertirán en mujeres de sal.

      DdA, XVII/4786      

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