domingo, 14 de marzo de 2021

GALDÓS: LA HONDA CAQUEXIA QUE INVADE EL CANSADO CUERPO DE LA NACIÓN


Octavio Colis

Entre los numerosos personajes que aparecen en la saga de las 46 novelas que componen Los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós, obra nunca suficientemente elogiada, hay muchas mujeres que dan contrapunto a la estupidez y crueldad infantil de los hombres de la época que describe el escritor canario en su extensa obra, que comenzó en 1872 y finalizó en 1912. Muchas de esas mujeres son verdaderas maestras portavoces de la razón popular, y otras lo son de la razón pura. Las que en la obra esgrimen razones populares suelen ser indestructibles por recalcitrantes, pero las hay entre las que esgrimen la razón pura que claudican por cansancio y derrotamiento ante la estupidez e interés bastardo de los energúmenos que sientan la política y las leyes en aquella España, que como en esta de hoy, son hijos del estado de las cosas bajo la hipócrita balanza política bipartidista, en la que hoy como ayer, los acusados de ser antisistema son siempre los terceros en discordia. O sea, los que no están de parte de los autocalificados conservadores o los alternativamente proclamados como liberales o de izquierda; siendo que ni aquellos no son conservadores sino de sus privilegios “legales”, legalizados por ellos, ni los otros son en absoluto liberales ni representan a izquierda alguna, sino a la que sirve de contrapunto en los hemiciclos a los de la bancada de la derecha, que es en esencia la que manda siempre.

Esta actitud inequívoca de Pérez Galdós, quien además denuncia constantemente la perversión sistémica de la Iglesia Católica, le costó el Premio Nobel, asunto este que para apaciguar las ansias nacionalistas españolas se lo dieron a Echegaray, quien además de Director General de Obras Públicas fue Ministro de Fomento, y otros cargos político económicos que en aquella época no distinguían entre la prevaricación, el cohecho y la comisión por los servicios prestados (como sucede ahora sobre todo entre los miembros del Partido Popular).
En el último libro de Los Episodios Nacionales, el titulado Cánovas, y en el último párrafo con el que se despide de la obra el escritor, dice Mariclío, musa y portavoz de los descontentos: “Alarmante palabra Revolución. Pero si no inventáis otra menos aterradora, no tendréis más remedio que usarla los que no queráis morir de la honda caquexia que invade el cansado cuerpo de la nación. Declaraos revolucionarios, díscolos si os parece mejor esta palabra, contumaces en la rebeldía, en la situación en la que llegaréis andando los años, el ideal revolucionario, la actitud indómita si queréis, constituirán el único sistema de vida. Siga el lenguaje de los bobos llamando paz a lo que en realidad es consunción y acabamiento… sed constantes en la protesta, sed viriles, románticos, y mientras no venzáis a la muerte, no os ocupéis de Mariclío… Yo, que ya me siento demasiado clásica, me aburro…, me duermo…”
[Imágenes de Goya y Antonio Carnicero, dos mujeres rebeldes del siglo XIX que hubieron de actuar desde las sombras, o embozadas.]

DdA, XVII/4788

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