lunes, 15 de febrero de 2021

VA POR SAN VALENTÍN



Valentín Martín

A mí San Valentín me recuerda a Augusto Algueró y a las chicas de SEPU. Es decir, a aquella España del ni quiero ni puedo, todavía no había llegado Nadiuska que ahora vive con las monjas. Y mira que el San Valentín católico tenía bemoles o estaba loco, que se enamoró de la hija ciega del juez que le juzgaba, y le enviaba cartas para que las leyese la ciega, y todas las cartas acababan con " Tu Valentín". Eso mismo hacía Franco con la hija de Indalecio Prieto, solo que con mucho menos coraje que el santo. Yo soy raro también, pero nunca he firmado "Tu Valentín", tengo menos coraje con las mujeres que Franco.

Ahora que me felicitan tantos miro la lista de amigos de Facebook y veo que se me está llenando de gente muda y neutra, lo mismo que al cura Arturo su casa sin cerradura de Doñinos. Y me digo, hombre, ya que pides estar aquí será por algo. Contesta si te hablo, lee y si no te gusta pones “muy mal", como hacía mi primer nieto al salir de la guarde.
Era tan pequeño que no tenía edad para el cole y ya vivía la pasión por el automovilismo. Lo mismo que mi nieto Ángel, que según toda la familia, a los cinco años se parece a Robert Redford pero más guapo. Los dos eran capaces de convertir un sonajero en un coche.
La pasión de mi nieto Miguel se centró muy pronto en el código de circulación. Veníamos de la guarde y de repente decía:
- Espera, abuelo, que este va a aparcar.
Y allí estábamos el abuelo y el nieto mirando cómo el individuo maniobraba para aparcar. Y cuando acababa y salía del coche, mi nieto Miguel se iba para él y le reñía:
- Muy mal. Has aparcado muy mal, mira el hueco que has dejado entre el coche y la acera. Tienes que volver a estudiar.
- Es que apenas había sitio.
- Pues mira allí al otro lado de la calle, un buen sitio tienes.
Yo trataba de aplacar ese vicio de mi nieto por enseñar al que no sabe , y le comentaba:
- Miguel, un día de estos nos van a canear a los dos por meterte donde no te llaman.
Esto de las pasiones es muy misterioso. Sabemos que la mayoría duran poco, que un te amaré hasta la muerte es el comienzo ya de un adiós con el corazón que con el alma no puedo. Y que eso de tú eres el mejor ella se lo dice a todos los reyes godos, visigodos, suevos, alaricos, vándalos, caristios, várdulos, vascones, autrigones, berones, turmogos, vetones, brácaros, arévacos, carpetanos, oicades, vacceos, oretanos, pelendones, titos, lusones, cartagineses, etc. etc. etc. que han pasado por su alcoba.
Pero las pasiones son tan inexplicables que a mí, de niño en el pueblo, me apasionaban los camiones con el camionero dentro sudando como el cautivo de Góngora amarrado al duro banco de una galera turquesa, y ahora ni siquiera tengo carnet de conducir. Luego, a solas con mi madre mientras ella zurcía en la cocina, yo con una tapadera de una olla como volante del camión, sentado en el escaño era el camionero cautivo de Góngora amarrado al duro banco de una galera turquesa. Y como además de maniobrar con la tapadera tenía que hacer los ruidos, bufidos y el rechinar de ruedas del camión, yo creo que sudaba aún más que el camionero cautivo de Góngora amarrado al duro banco de una galera turquesa.
Menos mal que luego llegó Jorge Manrique y puso las pasiones en su sitio y le enseñó a su padre lo que es la vida. El muerto no lo oyó pero a los que vinimos después, algo se pega.
Digo yo, aparte de este introito desmesurado, que mejor no estar en Facebook que estar solamente para hacer bulto. O mandar mensajes privados algún señor que te llama guapazo. Lo de guapazo se lo he consultado a mi amiga Lola, si debo preocuparme o no, y me dice que no sabe. Pues si Abderramán III fundó Almería hace una jartá de siglos solamente para que con el tiempo viviese allí Lola y Lola no sabe, apaga y vámonos.
Lo del hacer bulto me recuerda a los bailecitos de aquellos veranos cuando todos estábamos por debajo de los 20 años y con el calor ni nosotros ni ellas nos vestíamos de franela. Así que a veces sucedía que estabas bailando en la noche de los farolitos y de repente ella decía:
- Vamos a sentarnos.
-¿Pero por qué? ¿No lo pasas bien?
- Demasiado bien ahora mismo. Que te estoy notando el bulto.
Y nos sentábamos hasta que a ella se le pasase la calorina.
Aquellas chicas de primeros de los 60 eran casi todas de Acción Católica, y luego acabaron de profesoras universitarias de árabe y militantes del Partido Comunista. Es lo que tiene leer a Jorge Manrique deprisa y entenderlo. Y nosotros: pues si nuestras vidas son los ríos, menuda mierda que llevan los ríos ahora.
En fin, que bueno, que gracias por las felicidades. Y pensad si compensa el bulto o no.

DdA, XVII/4762

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