sábado, 20 de febrero de 2021

UN POEMA DE BORGES PARA SIRIO


Lazarillo

A Sirio les encantan las alturas esquinadas, siempre que la perspectiva sea lo más novedosa posible dentro de la cotidianidad reconocida de la casa. La última de las esquinas a las que se ha subido Sirio, teniendo para ello promontorio desde el que otear las domésticas abluciones, ha sido la del baño, a la vera de la ventana que da al sur y que en los días soleados de invierno presta solaz a su asiento en el alféizar. A Sirio, en los meses fríos en que estamos, le va el sur, como no podía ser de otra forma en quienes tienen la sensibilidad muy despierta para olfatear la tibieza, y alterna la ventana del baño con el reposo en las baldosas cálidas del voladizo del balcón, siempre que la temperatura sea soportable y haya, además, algún aliciente  móvil en el horizonte digno de atención. Lo que más le gusta a este Lazarillo de su gato es el tiempo de espera que le dispensa desde ese lugar cuando Lazarillo se va en bicicleta por la orilla del río y regresa a pie subiendo la costosa pendiente de su calle. La pechera y el morro blancos del pequeño felino se divisan relucientes entre las barras del barandal, interpretando sin duda por sus desperezos sinuosos y frotaciones sobre el suelo caliente  la identidad del silbido que este Lazarillo modula, pero sin acertar con la percepción física del silbador, dadas las dificultades de visión que tienen los gatos a pleno sol. Lo que sí ocurre es que, a los pocos minutos, Sirio está sentado a la puerta de casa para reclamar la consiguiente golosina. Vista en perspectiva y desde abajo la belleza y la penetrante mirada de estos animales, carente de parpadeo, siempre resulta  admirable por lo intensivo de su instinto de curiosidad. Dicen que esa carencia de parpadeo solo se rompe -salvo antes del sueño- cuando nos miran para expresar su afecto y nos guiñan los ojos, como si lo que nos quieren quedara discretamente entre nosotros. Tan concisa y silente expresión de cariño merece sin duda este poema de  Jorge Luis Borges

No son más silenciosos los espejos
ni más furtiva el alba aventurera;
eres, bajo la luna, esa pantera
que nos es dado divisar de lejos.
Por obra indescifrable de un decreto
divino, te buscamos vanamente;
más remoto que el Ganges y el poniente,
tuya es la soledad, tuyo el secreto.
Tu lomo condesciende a la morosa
caricia de mi mano. Has admitido,
desde esa eternidad que ya es olvido,
el amor de la mano recelosa.
En otro tiempo estás. Eres el dueño
de un ámbito cerrado como un sueño.

DdA, XVII/4767

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