José Manuel Martín Medem
No me deslumbra la BBC que utilizaba a los servicios secretos para investigar a sus periodistas (*). Pero los que tanto la alaban deberían escucharla ahora. La BBC reconoce que para reducir las desigualdades hay que obligar a los ricos a pagar más impuestos. Y denuncia que la teoría del goteo es una canallada.
Desde que hace cuarenta años Ronald Reagan y Margaret Thatcher redujeron casi a la mitad los impuestos para los más ricos, el neoliberalismo insiste en que los beneficiados por la rebaja fiscal invierten más y aumentan los puestos de trabajo. Es la teoría del goteo que pretende convencernos de que todos ganamos con la codicia de los millonarios: menos impuestos, más inversión, mayor crecimiento y aumento de los empleos.
Es mentira. Lo han comprobado los economistas británicos David Hope y Julian Limberg en una investigación para la London School of Economics con la que revisaron las consecuencias de la reducción de los impuestos a los más acaudalados en veinte países entre 1965 y 2015.
La conclusión es que con la impunidad fiscal de los más ricos ni ha aumentado la inversión ni ha mejorado el crecimiento económico ni se han creado más puestos de trabajo.
La teoría del goteo, además de una mentira sostenida por los grandes medios de comunicación, es una canallada que esconde las consecuencias del neoliberalismo: una tremenda desigualdad que aumenta continuamente.
“El mundo padece -denuncia la BBC- una epidemia de desigualdad que avanza de manera imparable”. En cuarenta años, los privilegiados (el 1% que acumula más riqueza y paga menos impuestos) se ha adueñado del doble de los ingresos que el 50% de la población mundial. “El 10% más adinerado -añade la BBC- acapara un porcentaje cada vez mayor del crecimiento económico en todos los países”.
En América Latina, la región con más desigualdades, el poder del 10% secuestra el 70% de la riqueza y sólo paga el 5% de su renta.
La codicia ni paga impuestos ni reparte beneficios.
(*)La BBC tardó cincuenta años en reconocer que hasta 1992 el MI5 (el Servicio británico de Seguridad Interna) investigaba a los periodistas que querían trabajar en esa empresa para no contratar ‘subversivos’. La sala 105 de la Broadcasting House era la oficina desde donde la agencia de seguridad depuraba a los candidatos.
La última hora DdA, XVII/4767
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