María Jesús Casals
He leído por ahí a bastantes opinadores que justifican la cárcel para el rapero Hasél. Rechazan sus palabras y lo que representa (y su acumulación de desmanes o antecedentes judiciales). El rapero está en la cárcel por las letras de ciertas canciones que suponen injurias a la Corona. ¿Eso es motivo para encerrar a una persona?
El problema que encarna Hasél hoy va mucho más allá de su propia vulgaridad. Es decir, el problema es el mantenimiento de leyes antidemocráticas en las que ciertos jueces amparan sus sentencias opresivas. A mí no me gusta Hasél, detesto su lenguaje, pero lo que me parece insoportable es esa ley mordaza que aún no ha sido derogada. Y mientras, ahí están campando los neonazis predicando odio contra inmigrantes, judíos, musulmanes y otros seres humanos (gravísimo), los militares que gritan su deseo de fusilar a la mitad de los españoles, los periodistas calumniadores y propagadores de bulos y falsedades graves para desestabilizar al gobierno actual, los medios que envenenan y esparcen odio, una presidenta de la Comunidad de Madrid que dice barbaridades y es la marioneta de los antidemócratas. En fin, nadie debe ir a la cárcel por cantar memeces.
Recuerdo el día que murió Franco: en muchas casas de Madrid se descorchó champán (o vino o cerveza) y se cantaron algunas canciones (“Ya se murió el burro...” y otras). Vecinos denunciaron a sus vecinos cantores. Las comisarías se llenaron de esos cantantes y alguno que otro durmió en al calabozo y pasó al juez de turno. No sé si alguno fue a la cárcel pero aquello era el franquismo, una dictadura muy cruel, como todas. En fin, la memoria, por favor. También recuerdo a Javier Krahe, que fue juzgado por blasfemia y absuelto, menos mal.
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