Félix Población
Por decisión personal de la administradora única provisional (el título
tiene guasa y cada vez más moho en conserva) de RTVE, el guionista Bernat
Barrachina fue despedido por haber redactado en el programa La hora
de la 1 un rótulo de cabecera en el que se decía: Leonor se va
de España, como su abuelo. A Bernat no le ha faltado humor para comentar en
Twitter que lo han despedido también como al rey padre.
La noticia se refería, obviamente, a la decisión de la Casa Real de que la
princesa de Asturias curse su bachillerato en el Atlantic College de Gales,
añadiendo a los gastos del personal que asiste al rey padre y a los de su
estancia misma en Abu Dabi, y que corren a cargo de Patrimonio Nacional, los
76.000 euros para la educación elitista
de su nieta en ese almenado
colegio galés al que se le presumen bóvedas de crucería y jardines versallescos. El 2 por ciento de esa cantidad es lo que se
gasta el común de los españoles en lo mismo.
Como es sabido, el rey emérito dispone de tres ayudantes de cámara en
aquella dictadura de su confianza, con sus respectivas retribuciones, a los que
hay que sumar los gastos propios del exjefe del Estado, huido de su país por
los supuestos delitos de corrupción por los que está siendo investigado,
gracias (no deberían olvidarlo los panegiristas de la democracia española) a
las informaciones aportadas en su día por un medio de comunicación
extranjero.
La señora Mateo, actuando a rebufo de las críticas vertidas por los fieles cortesanos
de la derecha trina y mediática, suma así una lacra más a la bochornosa
trayectoria de la televisión pública a lo largo de su gestión, con un director
de los servicios informativos de RTVE enfrentado a no pocos de los
profesionales que soportan uno de los periodos más lamentables de la
corporación, ¡y mira que los hubo!
Leonor se va de España, como su abuelo es el titular, en efecto, con el que buena parte de los telespectadores
que todavía puede mantener TVE se identifica, porque tanto los gastos del rey
emérito por su bochornosa vía de escape como los de su nieta por sus estudios en
un colegio de élite -como los 300.000 euros en banderas de Madrid del gobierno
municipal-, digamos que escuecen en un país que atraviesa una de sus más graves
crisis económicas a causa de la pandemia, con una sanidad pública desbordada
por el número de enfermos, sumida en la precariedad y sin traza de que se la
refuerce o reforme, a pesar de las tres y gravísimas olas de la enfermedad que
hemos padecido y la extenuación del personal sanitario.
Durante casi un año venimos asistiendo a la muerte en soledad y abandono de
miles de ancianos pertenecientes a la sufrida y trabajadora generación de la crudelísima
guerra y miserable posguerra, internados en residencias privatizadas donde solo
importa la máxima rentabilidad del negocio por el negocio. Que la Corona no
haya tenido, ni ante esto, la más mínima sensibilidad para adaptarse a la dura
realidad que estamos viviendo denota una vez más el precario porvenir que le
aguarda.
Tanto el rey padre como su hijo parecen empeñados en trabajar su declive
sin reparo y sin vergüenza, aunque cuenten con defensores de su inviolabilidad
como Rosa María Mateo, sin considerar que ese rancio privilegio puede llevar otra
vez a pique a los Borbones, como corresponde a unos tiempos en que tal rémora
absolutista está de más.
*Artículo publicado ayer en La última hora
Léase@también: La próxima reina de Holanda va a un instituto público en bici.
DdA, XVII/4560
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