Ayer, por decisión personal de la administradora única provisional (el título tiene guasa) de RTVE, fueron relevados de sus puestos en el programa La hora de la 1 los responsables de un rótulo de cabecera en el que se decía: Leonor se va de España, como su abuelo.
La noticia se refería a la decisión de la Casa Real de que la princesa de Asturias curse su bachillerato en el Atlantic College de Gales, añadiendo a los gastos del personal que asiste al rey padre en Abu Dabi y corren a cargo de Patrimonio Nacional, los 76.000 euros para la educación de su nieta en ese almenado y confortable colegio galés con bóvedas de crucería y jardines versallescos.
El rey emérito dispone de tres ayudantes de cámara en aquella dictadura de su confianza, con sus respectivos emolumentos, a los que hay que sumar los gastos propios de la estancia del exjefe del Estado español, huido de su país por los supuestos delitos de corrupción por los que es investigado gracias a la información publicada en su día por un medio de comunicación extranjero.
La señora Mateo, actuando así por impulso de los comentarios vertidos en las redes sociales por representantes de la derecha trina y mediática, acumula con ello una lacra más a la bochornosa trayectoria de la televisión pública a lo largo de su gestión, con un director de los servicios informativos de RTVE enfrentado a no pocos de los profesionales que soportan uno de los periodos sin duda más lamentables de esa casa.
Leonor se va de España, como su abuelo, sí, es el titular con el que buena parte de los telespectadores que todavía puede mantener TVE se identifica, porque tanto los gastos de su abuelo por su vergonzosa evasión como los de su nieta por sus estudios -pagados por todos nosotros-, no tienen disculpa en un país que atraviesa una de sus más graves crisis económicas como consecuencia de la pandemia, con una sanidad pública desbordada por el número de enfermos, sumida en la precariedad y sin traza de que se las refuerce o reforme.
A lo largo de todo un año hemos venido asistiendo a la muerte en soledad y abandono de la generación de la guerra y posguerra que sufrió y trabajó en su niñez y juventud al máximo de sus fuerzas. Internados en centros privados donde prima el negocio por el negocio de sus propietarios sobre cualquiera otra consideración, que la Corona ni en estas circunstancias tenga la sensibilidad de acomodarse a la dura realidad que vive el país denota una vez más el precario porvenir que le va quedando. Tanto el rey emérito como su hijo se lo están trabajando sin reparo y sin vergüenza.
REALMENTE
Paco Faraldo
DdA, XVII/4756
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