domingo, 3 de enero de 2021

Y ¿MADRID?, ¿QUÉ HACE?: EXCELENTE ARTÍCULO DE LA PROFESORA MARTÍNEZ RUS

Después de explicarnos por qué la ciudad y la Comunidad de Madrid se han convertido en un laboratorio de las políticas más neoliberales y atroces, la autora concluye con este párrafo: "Es una burla de la historia que la sede del gobierno madrileño en la Puerta del Sol sea el infausto Ministerio de Gobernación, la sede de la Dirección General de Seguridad, donde tantos torturadores dieron palizas a miles de ciudadanos y militantes antifranquistas y, ahí sigue impertérrito sin una sola placa que recuerde ese lamentable uso del edificio y, no será por placas patrióticas, que ya acumula muchas en sus paredes. Debe ser que condenar el franquismo y reivindicar a los opositores de la dictadura no es una tarea patriótica para los que tienen la ciudad empapelada de banderas rojas y gualdas". 

Ana Martínez Rus

Profesora Titular de Historia Contemporánea de la UCM

 “Y ¿Madrid?, ¿qué hace?”, ésta era la frase que se preguntaban los que participaron en los sucesos de octubre de 1934, incluida la revolución de Asturias. Y podría aplicarse nuevamente, salvando las distancias, a la actualidad para explicar la situación en la capital de España. Madrid está en el centro de la atención mediática y política, mucho más que Cataluña, quién lo iba a decir hace sólo poco más de un año. 

Las razones son varias y diversas, algunas obvias, otras más complejas y todas ellas interrelacionadas. Nadie olvida la condición de la capitalidad del Estado, de la sede del poder central, de la capital del capital español e internacional, pero hay mucho más. Respecto a la situación actual podría explicarse su relevancia por haber sido el epicentro de la pandemia del COVID-19 en España, y uno de los principales focos a nivel europeo, así como la política obstruccionista de la Comunidad Autónoma con el gobierno central en general y durante la pandemia en particular. También influiría la desobediencia legal del poder autonómico y municipal ejercido por el PP desde hace 30 años en esta Comunidad y en muchas de sus principales ciudades, incluida la capital, salvo el paréntesis de Manuela Carmena. 

De hecho, ya ha advertido la siempre ocurrente presidenta, Isabel Díaz Ayuso, que Madrid devaluará la Ley Celaá hasta hacerla inaplicable en sus dominios. Pero esta mujer, cuyo mayor logro aparte de ser una aguerrida militante del PP madrileño, fue ser community manager de Pecas, el perro de Esperanza Aguirre, no sólo será la detractora oficial de la nueva Ley de Educación sino será la oposición del sanchismo, en referencia al PSOE de Pedro Sánchez, que tanto irrita a la vieja guardia socioliberal del partido, Felipe Gozález y Alfonso Guerra incluidos. Ella es la vanguardia de la política de tierra quemada del PP de Pablo Casado frente a la izquierda del gobierno de Pedro Sánchez en coalición con Podemos. Estamos en plena guerra cultural y todas las espadas están en alto. 

Qué ha pasado para que Madrid fuese esa ciudad moderna, vanguardista, progresista, el rompeolas de todas las Españas, que dijera Antonio Machado, a lo que representa ahora. Esa ciudad roja, que se opuso a Franco, y que sólo fue tomada tras el golpe de Estado del coronel Casado y una traición consumada, pero nunca fue derrotada. Esa ciudad resistente, que detestaba Ramón Serrano Suñer y a la que quiso despojar de la capitalidad para castigarla por ser la cuna del No pasarán, era un icono internacional de la lucha antifascista. 

Aparte de ser la capital de la dictadura desde 1939, sometida a una represión a sangre y fuego, existen otros muchos factores para explicar por qué Madrid ciudad y Madrid Comunidad es insolidaria, injusta, y un laboratorio de las políticas más neoliberales y atroces. Margaret Thatcher, estaría orgullosa de sus pupilas más avezadas en España, Esperanza Aguirre e Isabel Díaz Ayuso. Por algo la antigua premier británica tiene una calle en Madrid, ya se sabe que hizo mucho por la capital, y no la tiene Juan Negrín, que fue un activo promotor de la Ciudad Universitaria de Madrid, como secretario de la Junta Constructora, Página 1 Página 2 o Rafael Giménez Siles, el creador de las Ferias del Libro de Madrid, entre otros muchos ejemplos. 

La Comunidad de Madrid ha atraído a todos los ricos del país y parte del extranjero para que paguen menos impuestos siguiendo una política de dumping fiscal, que tanto escandaliza a unos y defienden otros muchos, principalmente los grandes beneficiados. A cambio es una región cada vez más desigual, que expulsa a la gente trabajadora, popular, a las clases medias del centro de la ciudad, desnaturalizando los barrios por pisos turísticos, sedes de multinacionales, y cadenas de hostelería impersonales. Además, es la segunda región que invierte menos por habitante en gasto sanitario. Las consecuencias de esto ya lo hemos visto y lo seguimos padeciendo durante la pandemia. Y ya se ha visto como los recortes matan. Además, los nuevos hospitales, muchos de gestión privada, de los que tanto presumían muchos políticos del PP madrileño, la derecha más dura del todo el país, incluida su mentora, Esperanza Aguirre, han demostrado que no servían para mucho porque son edificios sin medios materiales ni recurso humanos. Sólo han servido para engordar las cuentas de las grandes constructoras del país, implicadas en los casos de corrupción del PP como la Gurtel, incluido el nuevo hospital fantasma de pandemias, Isabel Zendal. El mismo que el chisgarabís de Teodoro García Egea aventura que se llamará dentro de cincuenta años Isabel Díaz Ayuso. Y a pesar de lo disparatado del tema no lo descarto viendo la evolución de esta Comunidad Autónoma. 

Pero, da igual, ellos siguen con su cerrilismo, sectarismo e ignorancia, tan característicos de estos políticos, que tapan con banderas kilométricas de España sus vergüenzas. Recurren a los argumentos e instrumentos que utiliza el nacionalismo catalán y, que tanto critican, pero ellos son muy españoles, A españolidad no les gana nadie. La bandera más grande de luces se erige como si fuera una feria de pueblo, en vez de esas fiestas tan importantes para el catolicismo, que tanto predican y defienden. Qué poca clase y estilo tienen, más bien refleja chabacanería, y cierto aire cateto, un tufillo tardofranquista que tan bien recogió el landismo en el cine español. Si algo falla siempre será la culpa del otro, ya sea Pedro Sánchez, los catalanes como Salvador Illa, o el virus chino. 

La verdad es que Isabel Díaz Ayuso y su troupe, dirigidos con mano de hierro por Miguel Ángel Rodríguez en lo mediático, y por Javier Fernández-Lasquetty en lo ideológico son la mejor y más lamentable versión del trumpismo en España. También hay mucha gente satisfecha con sus políticas, claro está, los que le votan elección tras elección. Los que se benefician de una educación clasista y privilegiada como es la concertada frente a la educación pública, de la que se drenan recursos para beneficiar a la primera. La educación pública es una especia de guetto, subsidiaba de la concertada. Los que pueden disfrutar de sus chalets a las afueras de la ciudad, en zonas residenciales como Pozuelo, Majadahonda, que se desplazan en vehículos privados enormes, que parecen “aplastacoches”, siguiendo el modo de vida americano como si el espacio y los recursos naturales fueran infinitos. Si todos viviéramos en esas grandes viviendas unifamiliares con sus enormes piscinas y jardines no habría espacio en toda la CAM para todos sus millones de habitantes.

También son grandes defensores del modelo político de la Comunidad madrileña los que pagan menos impuestos, mucho menos de lo que debieran en un sistema fiscal verdaderamente justo y progresivo, y de este modo se costean su educación privada, su seguro médico privado y su plan de pensiones privado. En Madrid todo lo público está en franco retroceso desde hace años, tiene mala fama, se considera para pobretes e inmigrantes. Se ha desprestigiado a fondo para desmontarlo a conciencia desde las urgencias del Hospital Severo Ochoa de Leganés con el Doctor Mon- Página 3 tes hasta hoy. 

Lógicamente todos los beneficiados por el florecimiento de esos negocios están encantados con las políticas del PP, desde los promotores urbanísticos, incluyendo todo el sector del ladrillo, a los dueños de seguros médicos privados, pasando por los bancos que son dueños de los planes de pensiones privados, y los responsables de los colegios privados y concertados, en su mayoría católicos, apostólicos y romanos. La huella y la sombra del nacional catolicismo están detrás. Por eso qué mejor que contratar religiosos para los hospitales de la Comunidad de Madrid, en vez de médicos, enfermeros, personal de administración, celadores, trabajadores de la limpieza, técnicos de laboratorio. Mucho mejor pagar sotanas para curar el COVID-19 y el resto de enfermedades y a precio de oro. 

El consuelo espiritual no puede ser gratuito, claro está, es un servicio más y fundamental en un hospital, como todo el mundo imagina, y ya se sabe que la Iglesia ha sido una gran empresa y de carácter multinacional a lo largo de la historia. Esta situación también es responsabilidad de la oposición de izquierdas que durante años no se ha enfrentado verdaderamente a estas políticas, o lo ha hecho de manera muy tibia, y en demasiadas ocasiones ha sido hasta cómplice. Baste recordar el escándalo de las tarjetas black de Caja Madrid, el sistema de compra de voluntades extendido por Miguel Blesa, el presidente durante tantos años de la entidad. El desmantelamiento de la banca pública y, en particular, de esta Caja de Ahorros madrileña por parte del PP merece otra reflexión, incluso una Tesis Doctoral. Del mismo modo que la tolerancia y colaboración de la izquierda madrileña, liderada por el PSOE e Izquierda Unida, tiene mucha miga que hay que desentrañar en futuros análisis sesudos y documentados. Sólo pensar en el tamayazo me dan escalofríos, lo que nos podíamos haber ahorrado en recortes, desigualdad, privatizaciones, externalizaciones… Ese nefasto y vergonzoso episodio le abrió las puertas del gobierno de la Comunidad a Esperanza Aguirre, que es como darle las llaves de lo público a alguien que no cree en lo público para desmontarlo.

Y, por último, señalar que es una burla de la historia que la sede del gobierno madrileño en la Puerta del Sol sea el infausto Ministerio de Gobernación, la sede de la Dirección General de Seguridad, donde tantos torturadores dieron palizas a miles de ciudadanos y militantes antifranquistas y, ahí sigue impertérrito sin una sola placa que recuerde ese lamentable uso del edificio y, no será por placas patrióticas, que ya acumula muchas en sus paredes. Debe ser que condenar el franquismo y reivindicar a los opositores de la dictadura no es una tarea patriótica para los que tienen la ciudad empapelada de banderas rojas y gualdas. 

Madrid, 29 de diciembre de 2020

        SalvaloPúblico  DdA, XVII/4719        

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