El periodismo agoniza y es el momento de salir corriendo, ya sea por vergüenza o por decencia. Llevo tiempo diciéndolo, y cada día encuentro más motivos. Hoy, por ejemplo, he quedado perplejo leyendo la entrevista a la gerente de Divertia, la empresa de la que depende el Festival de Cine de Gijón, que reproduzco abajo.
La susodicha individua cuenta, como si fuese algo normal, que "encargó" un reportaje a una revista, 'Jotdown', y que cuando lo leyeron "nos sorprendimos porque no se correspondía con lo solicitado". "La periodista cumplió con lo que se encomendó", dice. Y añade: "El error fue esa encomienda, porque no respondía a lo que queríamos que se plasmara en el reportaje".
En otro periódico dice la interfecta que "ni la dirección del FICX, ni la gerencia de Divertia [es decir, ella] dimos el visto bueno al texto publicado". O sea, en el colmo de la desfachatez da por sentado que los periodistas no sólo trabajan por encargo sino que, además, deben someter lo que escriben a la supervisión de lumbreras de su calaña.
Lo peor es que el autor de la información da por bueno que los periodistas trabajemos así cuando pregunta: "¿Por qué nadie supervisó el reportaje si era un encargo?". En fin, que ya están tardando El Colegio de Periodistas y la Asociación de la Prensa en actuar y poner a esta buena mujer en su sitio y explicarle de qué va (aunque quizá ya no) esto del periodismo.
E insisto: si era un publirreportaje (lo que no se advertía en la revista, diferenciándolo de la publicidad), me gustaría ver los contratos porque en el listado de la partida del FICX 2020 dedicada a 'Publicidad y difusión' no aparece.
(Que se llame andana y, para salvar su cabeza, culpe exclusivamente al responsable de prensa del Festival es otra historia en la que habrá que profundizar otro día).
DdA, XVI/4741
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