martes, 26 de enero de 2021

EL PAÍS DONDE COMPRAR A UN JUEZ SE PUEDE PASAR POR ALTO



Félix Población

El lunes de la pasada semana, la entrevista al vicepresidente segundo del Gobierno se saldó en los medios con única cuestión a resaltar, aprovechada por todos para criticar por enésima vez a Pablo Iglesias después de que calificara a Puigdemont de exiliado, comparándolo con las víctimas del exilio republicano al final de la guerra, cuyo refugio fueron los campos de concentración franceses. No hubo otro asunto que interesara resaltar porque de lo que se trataba era de servirse del error de Iglesias -inducido por la pregunta de Gonzo- para combatirlo, tanto desde la izquierda como desde la derecha antirrepublicana.

Anteayer, sin embargo, el mismo periodista (Fernando González "Gonzo") entrevistó a quien fuera juez del caso Nóos, el señor Castro, sin que la importante confidencia participada por este a su entrevistador tuviera la más mínima repercusión mediática en ninguno de los programas de análisis político que se dan en los platós  de los canales de televisión más importantes de este país.

El ex juez Castro, que instruyó el citado caso como pieza separada de la causa Palma Arena, por la que fue condenado a varios años de cárcel el cuñado del Jefe del Estado, denunció en Salvados que un importante cargo de la Casa Real le quiso invitar a un almuerzo y que, además, se le ofreció a su hijo (abogado de profesión) la defensa de uno de los investigados en el causa mediante un cheque en blanco, de modo que Castro tuviera que abstenerse de seguir en la misma. 

A la pregunta de Gonzo de si eso comportaba un intento de comprar a su hijo para que el juez dejara su investigación, Castro lo afirmó sin ninguna reserva, por lo que tal declaración supuso en verdad una noticia de relevancia que, sin embargo, no solo no tuvo la repercusión que se le dio al patinazo de Iglesias la semana pasada, sino que ni siquiera asomó a las mesas de debate de los canales televisivos.

Esa coincidencia conjunta en la elusión de una información que podría haber sido de portada en cualquier medio europeo, denota hasta qué punto la inviolabilidad constitucional de la corona sigue teniendo peso coactivo en el tratamiento de sus crecientes achaques, máxime cuando sobre el rey padre pesan fundadas sospechas de corrupción. Este es un país en donde el intento de compra de un juez en una causa que afectaba a la corona, comunicado por el propio protagonista y difundido por un canal nacional, puede no ser noticia al día siguiente y pasarse por alto como si tal cosa.

      DdA, XVII/4741      

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