martes, 19 de enero de 2021

ARMANDO VALDÉS ORDIERES: SE NOS VA OTRO "NIÑO DE LA GUERRA"


Félix Población

Tenía trece años cuando lo embarcaron en un buque de bandera francesa en el puerto de El Musel. Era de los más mayores de aquella expedición de más de mil niños que salieron con destino a la Unión Soviética en los últimos días de septiembre de 1937, un mes antes de la ocupación de la ciudad de Gijón por las tropas facciosas. 

Fue uno más de los llamados Niños de la Guerra, aquella generación crecida en el que para muchos de sus padres era el paraíso socialista. Armando Valdés Ordieres (Oviedo, 1924) falleció ayer en Oviedo y siempre agradeció a la Unión Soviética la acogida y educación que le prestó para su realización personal, sin que pudiera olvidar las adversidades que se vivieron allí durante la segunda Guerra Mundial, cuyo balance en vidas humanas es el mayor de cuantos países combatieron al nazi-fascismo (27 millones). 

En Moscú, Armando Valdés estudió peritaje industrial mientras trabajaba en una fábrica de motores a reacción. Allí conoció, en un local del centro de la ciudad llamado La Bielorrusa, a la que sería luego su esposa, María Luisa Vega, otra Niña de la Guerra, nacida en el popular barrio gijonés de La Calzada y estudiante de Geología en Moscú. 

A mediados de los años cincuenta regresaron ambos a su país. Toda una vida (setenta años) juntos. Su final de trayecto discurrió en una residencia de Laviana donde compartieron la habitación 104, hasta que María Luisa falleció con la memoria ausente y sin poder recordar aquella carta que le dirigió a su madre dándole noticia de su casamiento: 

"En general todo sigue como siempre. La única noticia nueva es que me he casado el 15 de octubre con Armando. Soy muy feliz y estoy muy contenta. La madre igual va a estar descontenta que me casé, igual se va creer que es todavía temprano, que soy pequeña, vosotros diréis lo mismo, os adelanté a todos. Pero tener en cuenta que aquí la vida es muy diferente y más fácil, y además que ya tengo los 23 años encima. Vivimos muy bien y los dos contentos". 

Un derrame cerebral acabó con la vida del primer hijo de ambos a los siete años de edad, poco después de que hubiera nacido su segunda hija. De su compañera durante siete décadas decía Armando que era mucho más buena que él y mostraba para ello las dos alianzas que llevaba en su dedo anular "porque ella perdió su vida dos veces".

Se nos van yendo los Niños de la Guerra que salieron de los puertos del norte del país hasta completar una cifra que supera lo cuatro millares, pero cada uno de sus fallecimientos nos lleva a recordar aquella partida que en Gijón ocurrió  en medio de una ciudad bombardeada en la que pocas semanas después se desataría una cruel represión, llevada a cabo por las tropas sublevadas y de la que fueron víctimas no pocas de la familias de esos niños.

      DdA, XVII/4734     

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