sábado, 5 de diciembre de 2020

UNA CARTA AL DIRECTOR DE "LA NUEVA ESPAÑA"

Somos amigos desde la lejana adolescencia, cuando nos juntamos para formar parte de una joven compañía teatral gijonesa que marcaría en buena medida nuestra trayectoria profesional en el devenir de nuestras vidas. Me consta que Eladio ha sido durante muchos años un lector asiduo del diario La Nueva España y que, como él, hubo muchos lectores de ese periódico que se vieron y ven defraudados por su línea editorial cuando quienes gobiernan, ya sea en Asturias o en España, no responden a las afinidades ideológicas del grupo empresarial al que pertenece el citado medio (Prensa Ibérica), editora de más de veinte rotativos en todo el país y con una cobertura de audiencia, por lo tanto, en verdad importante: casi dos millones y medio de lectores diarios. Lo que expone Eladio de Pablo en esta carta abierta al director de La Nueva España es la opinión de buena parte del electorado progresista en Asturias, disconforme con el sesgo reaccionario que desde hace unos cuantos años caracteriza a ese periódico. Temo que lo ratifique no publicando la misiva de mi querido amigo, titulada ¿Nadie va a parar esto?, enviada hace unos días a la atención del director, Gonzalo Martínez Peón*:


Eladio de Pablo

Sr. Director de La Nueva España: 

Tengo la costumbre de desayunar leyendo La Nueva España, que todas las mañanas temprano compro en el quiosco que regenta el exesportinguista David Villa en la calle Garcilaso de la Vega de Gijón. Pero debo decirle que últimamente estoy pensando en no volver a comprar más LNE, o acompañar su lectura con un emético para digerir el cuchu ideolóxicu que abona algunas de sus páginas de opinión. Porque, pese a que cuenta con firmas de la talla de Pedro de Silva, Javier Cuervo, José Luis Argüelles, Francisco García Pérez, Juan José Millás, Laura Castañón, Antonio Rico y otros/as, a quienes leo con devoción, este periódico está dedicando gran parte de sus páginas a blanquear sistemáticamente el argumentario (¿?) de la ultraderecha de este país. LNE, a través de artículos de opinadores/as que escriben regularmente en sus páginas, viene abonando la “idea” de que el Gobierno de coalición surgido de la moción de censura es ilegítimo, totalitario, por supuesto “social-comunista”, y no se escatiman insultos dirigidos directamente al Presidente Pedro Sánchez o, cómo no, al vicepresidente segundo Pablo Iglesias. Da igual que este Gobierno se haya constituido con todas las de la ley constitucional, que haya hecho gala de diálogo democrático y negociación en la creación de los ERTE, en el establecimiento del Salario Mínimo, en la creación del Ingreso Mínimo Vital, en la protección de autónomos y sectores desfavorecidos por la pandemia y, recientemente, en la elaboración de la Presupuestos Generales del Estado, que han sido aprobados por una amplia mayoría parlamentaria de once partidos políticos y que tienen un claro contenido social; da igual que intente inútilmente que el PP de todas las corrupciones acceda a la renovación del Poder Judicial, que lleva dos años inconstitucionalmente en funciones porque la derecha no quiere perder el control que ejerce directa o indirectamente sobre él. Todo da igual. La ultraderecha (VOX) y la derecha incapaz de diferenciarse de la ultraderecha (PP), desde el minuto uno de la existencia del gobierno de coalición lo han declarado ilegítimo, totalitario y traidor a España por negociar con partidos legitimados por las urnas (y con los que el PP nunca tuvo empacho en negociar cuando fue preciso: que se lo pregunten al señor Aznar, que hablaba catalán en la intimidad, o al señor Maroto, que tuvo que ir a buscar su escaño fuera de Euzkadi, y que no se le atragantó pactar con HB). Si a eso añadimos los bulos difundidos por la derecha-ultraderecha sobre la ley Celáa y el inexistente ataque al español (castellano), tenemos parte del condimento ideológico necesario para que ocurra precisamente lo que está ocurriendo: que en este país se vuelva a hablar de pronunciamientos militares y de golpe de Estado y de fusilamiento de 26 millones de españoles, o que Casado afirme que estamos en la misma situación de Venezuela o de Cuba y que, por tanto, todas las medidas (todas) contra este gobierno son legítimas. En LNE de hoy, ocupando casi una página de su prestigioso diario, uno de sus habituales opinadores viene a hacer un resumen de esti cuchu ideolóxicu al que nos tienen acostumbrados: el señor Juan de Lillo se descuelga (de un vuelo caliente, seguro) con una carta “Al señor Presidente”, que es la quintaesencia del argumentario ultra que está en la base del ansiado golpe de Estado militar y subsiguiente fusilamiento masivo. En su”carta” el señor de Lillo no esgrime el menor argumento político. Empieza por insultar directamente a Pedro Sánchez: “vanidoso, mentiroso, trilero, plagiario, incompetente y vendedor de humo, traidor colega de los independentistas”, etc. Y luego despliega, sin la menor argumentación, el argumentario (válga la paradoja: ultraderecha y raciocinio son antitéticos) ultraderechista a que LNE nos viene sometiendo día sí y día también: gobierno felón, subasta de España, intento totalitario de someter la Justicia, desprecio de la lengua, persecución al gobierno de Madrid, hacer de la fiscalidad un infierno (para los de los paraísos fiscales, que ahí duele), ataque a la Iglesia Católica, Venezuela, dictadura gobernada por el PSO(E) –el paréntesis es de de Lillo-, etc. Y concluye: “¿Nadie va a parar esto? (…) Empiezan a oírse voces de indignación que acabarán siendo un clamor”. ¿Tal vez las voces de indignación sean la de esos patriotas que quieren fusilar a 26 millones de españoles? ¿A esto le dan casi una página entera con efigie de Pedro Sánchez incluida en LA NUEVA ESPAÑA? ¿A esti cuchu ideolóxicu? Lo que yo espero es que se alcen voces de indignación contra esta bazofia ideológica difundida por una derecha que, como le ocurre ahora a Trump, no acepta que ha perdido democráticamente el gobierno y está dispuesta a todo con tal de volver a gobernar como hicieron hasta ayer mismo valiéndose de la corrupción, y poniendo las instituciones del Estado al servicio de sus intereses particulares y los de sus cómplices. Señor director de LNE, le están haciendo un mal servicio a los ciudadanos dando pábulo a quienes tratan por todos los medios (todos, según resulta ya evidente) de yugular la vida democrática de este país. En el golpe del 23 F hubo una trama militar, pero también una trama civil. Asombra cómo se está constituyendo esa trama civil hoy con la connivencia (o la negligencia) de quienes deberían estar vigilantes por su decisivo papel en la conformación de la opinión pública. Agradeciendo de antemano su consideración y esperando que el espacio que me conceda en el periódico de su digna dirección sea el mismo que dispone para quienes trabajan con denuedo por que este país vuelva a las cavernas, le saluda atentamente, Eladio de Pablo, profesor y dramaturgo.

*Una vez publicada esta carta y algunos días después de enviarla su remitente, el diario La Nueva España sí la publicó, por lo que el temor de este Lazarillo no se ha cumplido. Eso no quiere decir que el periódico tenga en cuenta la crítica, que me temo que no.

       DdA, XVI/4689     

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