Paco Faraldo
Es curioso que un político con la capacidad de análisis político de Pablo Iglesias se manifieste imperturbable ante la épica caspocastrense que comienza a despuntar por aquí y por allá. “No amenaza quien quiere, sino quien puede”, creo que ha dicho, y cuesta trabajo saber de dónde viene esa tranquilidad. Porque aunque se trate de un mero acceso de cólera de cuatro ancianos a los que les tiemblan en el pecho las medallas ante la progresión imparable de su demonio familiar preferido - el comunismo- lo que debiera preocupar a la izquierda es la inexistente reacción del principal partido de la oposición y del resto del estamento militar. Según la ministra del ramo, todo está en orden y los militares apoyan en masa la Constitución pero, en ese caso, ¿por qué no han salido ya a la palestra los mandos en activo condenando a los testiculares patriotas que quieren poner a la mitad de la ciudadanía de espaldas a un paredón? Y si el PP defiende al estado democrático ¿por qué sus dirigentes huyen o callan si se aproxima un periodista pidiéndoles que se definan ante la actitud de quienes están pidiendo al rey el apoyo para una asonada que nos devuelva a los buenos tiempos? ¿Y el monarca? ¿Otra vez “wait and see”, como hizo papá cuando lo del guardia civil loco? Lo que hace que la situación sea verdaderamente grave es que el presidente del mayor partido de la derecha dice cosas como que "tenemos que defender la libertad como el bien más preciado que tiene el ser humano y por el que bien merece arriesgar la vida. Eso es lo que han hecho los valientes opositores cubanos y venezolanos, eso es lo que haremos la oposición en España", y la extrema derecha proclama que los que llaman al golpe “son de los nuestros”. ¿Quién da más?
Rafael Quirós
DdA, XVI/4688
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