Desde sectores progresistas se ha celebrado que la televisión pública estatal, a través de La Uno, haya optado por competir en similar franja horaria con el programa de debate político que a partir del mediodía tiene Ferreras en La Sexta desde hace unos cuantos años. Para ello parecía lógico apostar por Jesús Cintora, presentador que en su día compitió con ese mismo programa desde Cuatro, para encargarse del que emite RTVE. Como es de recordar, Cintora no gustó en su día al Partido Popular y acabó siendo defenestrado de aquel canal privado, sin que desde entonces haya vuelto a estar al frente de ningún otro espacio televisivo, como no fuera en calidad de tertuliano. En su nuevo trabajo al frente de Las cosas claras (una coma no sobraría en la titulación, porque las cosas claras pierden sentido como cabecera), lamentamos que su formato apenas se diferencia del que aplica Ferreras en La Sexta. Ciertamente, hay nuevos analistas en la mesa de debate -aunque algunos medios de la profesionalidad e independencia crítica de El Salto siguen faltando en ese plató-, pero el esquema formal y hasta esa locución entre admiraciones y sobreacentuaciones de las redactoras es idéntica a la de sus colegas en Al rojo vivo, como si fuera de esa plantilla no hubiera otra posible que contribuya a distinguir un programa de otro.
DdA, XVI/4703
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