miércoles, 16 de diciembre de 2020

LOS NIÑOS DE LA GUERRA: PEQUEÑA FLOR DE EXILIOS

 

Todos aquellos que en nuestra ya lejana niñez, a la vera de la mar que los vio partir bajo el estruendo de una ciudad en guerra, vimos anegados nuestros sueños por la zozobra de poder vernos así algún día, agradecemos al poeta Nacho González la posibilidad de abrazarnos a la emoción y el sentir que impulsan estos versos, con la memoria uncida a una imagen explícita de aquella amarga diáspora, en la que los pequeños protagonistas podría haber llevado a flor de labio la hondura de estas palabras: El color del exilio son los ojos amados/ a los que la distancia ha preñado de nubes.

Juan Ignacio González

PEQUEÑA FLOR DE EXILIOS

El olor del exilio es la rama de sándalo
que madre prende al fuego cada día
rodeada de todos sus altares domésticos.

El calor del exilio son los ojos amados
a los que la distancia ha preñado de nubes.

La mesa del exilio tiene ausencias
de hermanos ateridos,
bajo las fosas de los cementerios,
por las cunetas de las carreteras.

Las cartas del exilio son del color del beso,
apretados renglones que describen nostalgias
entre las despedidas y el olvido.

Y tiene también música el exilio,
el canto dolorido que me acuna
en una lengua extraña.

Dejadme regresar, aún es el tiempo,
la tierra tibia y los pies descalzos,
a beber en la fuente de mis antepasados,
a labrar la esperanza de los desesperados,
a repintar de cal la ciudad blanca.

   DdA, XVI/4702   

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