jueves, 17 de diciembre de 2020

CARMEN POLO Y EL PAZO DE MEIRÁS

 


Vicente Bernaldo de Quirós

Salvo que un tribunal franquistón revierta la sentencia dictada porque nuestros jueces suelen ser bastante imprevisibles, el pazo de Meirás ha vuelto a manos del Estado, de donde no debería haber salido nunca, y se reintegra al patrimonio nacional tras el expolio de más de 40 años protagonizado por el dictador Franco y sus herederos.
La vieja casona construida por Emilia Pardo Bazán que unos servidores de la dictadura entregaron casi a punta de pistola a Francisco Franco para poder gozar de sus bendiciones y que les permitiera hacer sus negocios tendrá que ser adecentada para el uso que el Estado tenga a bien disponer.
Antes de que el pazo volviera a manos de sus verdaderos propietarios fue necesaria una exhaustiva investigación sobre los muebles y enseres existentes en su interior y documentar, sobre bases efectivas, si el tiempo de expolio fue aprovechado por los okupas franquistas para llevarse algunas de sus joyas.
Y, curiosamente, aparecieron piezas de valor incalculable procedentes de otros museos y archivos del patrimonio público que por arte de magia fueron disfrutados por la familia de Paca la Culona sin que se sepa muy bien cómo llegaron allí. Da la impresión de que un ejercicio de ouija permitió que las obras de arte que deberían estar al servicio de los ciudadanos, se movieran de sitio y se ocultaron para beneficio único de la familia de Franco.
En el pazo existía un archivo de cartas manuscritas de Emilia Pardo Bazán y de su amante Benito Pérez Galdós, algo subidas de tono, que no gustaban a la puritana mujer del golpista, y que parece ser que se deshizo de ellas con la misma naturalidad que su marido se deshacía de sus adversarios.
Ahí está el papel clave de Carmen Polo, verdadera factótum del acaparamiento artístico en Meirás, con la misma facilidad con la que acaparaba joyas de los distintas relojerías de España, cuyos propietarios sentían verdadero pavor cuando la buena señora entraba por la puerta de sus negocios.
El verdadero terrorismo comercial que la apodada Carmen Collares, por razones obvias, arremetía contra los joyeros era de tal calibre que estos estaban aterrorizados por las razzias de la mujer del jefe del Estado de entonces. Dice el diccionario que terrorista es el que causa terror y, por tanto...
El personaje de Carmen Polo da para un guión de película de suspense al estilo de Alfred Hitchcok, como un verdadero trasunto de aquella Marnie que se dedicaba a llevarse a escondidas la propiedad de los demás. Carmen, la ladrona, podría llamarse la versión española del thriller.
Desconozco la pulsión sexual de la bisabuela de los Franquitos, como la de la madre de Tippi Hender, por lo que no puedo aventurar hipótesis sobre las razones freudianas de tanto almacenamiento de orfebrería por el método del descuido, pero me temo que la dura ley de la autocracia franquista tuvo algo que ver con la complacencia hacia la dama.
Sea de una forma u otra y cuando los responsables patrimoniales del Estado distribuyan los enseres del pazo de Meirás por los distintos museos que les correspondan, los españoles podremos empezar a hacer propuestas sobre el contenido que debe tener la casa de campo ahora recuperada para lo público, con el fin de poder usar, disfrutar y solazarnos tanto como lo hizo Pardo Bazán en su tiempo. Es de justicia.

DdA, XVI/4703

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