Félix Población
Quien fuera miembro de la Unión Militar Democrática y
presidente hoy del Foro Milicia y Democracia, Fernando Reinlein (1945), hizo
estos días unas declaraciones con relación a las barbaridades proclamadas por
un grupúsculo de militares retirados e imbuidos de esperpéntico golpismo
decimonónico, que por su lógica y sentido común deberían repercutir en la
conciencia cívica de la Corona.
Mucho me temo, sin embargo, que la opinión de Reinlein
no tenga repercusión alguna en la Casa Real, cuyo medroso silencio al cabo de
algunos días es más que preocupante. "Vendría bien que el rey
dijera que las Fuerzas Armadas están a las órdenes del Gobierno", expuso
quien interpreta cabalmente el papel del Ejército en un país democrático,
afincado en la Unión Europea a las alturas del siglo en curso.
Eso es lo que le tocaría hacer a Felipe VI en calidad
y cumplimiento de capitán general, como corresponde a su condición de Jefe del
Estado y mando supremo, según la Constitución vigente y las reales ordenanzas
para las Fuerzas Armadas. ¿Se lo habrá sugerido alguien desde el Gobierno o lo
impide su absoluta inviolabilidad?
Si no se rompiera ese silencio, como parece que va a
ser a juzgar por el tiempo transcurrido desde que esos militares retirados
tuvieron el “arrojo” de dirigirle un par de cartas -complementadas por una
mensajería de urgencia de cuño intolerablemente fascistoide-, el pensamiento de
los demócratas españoles -a los que quizá uno de esos espadones incluye entre
los 26 millones ejecutables- podría añadir a la monarquía más suspicacias aún
de las que suma su papel histórico en el pasado, con muy graves incumplimientos
de ese carácter.
A ello hay que añadir, además, que la Corona no ha
dejado de ir en declive en los últimos años con las presuntas corrupciones que
pesan sobre el rey padre, las comprobadas que llevaron a su yerno a la cárcel o
aun las que podrían pesar sobre la adquisición de la yegua de Victoria Federica,
por lo que la callada por respuesta no parece sea la alternativa más idónea
para su porvenir.
Debería considerar también el Jefe del Estado que las
misivas y mensajería deleznable de esos “arrojados” ex militares tiene por escenario
el de una nación que vive actualmente la mayor tragedia desde aquella “salvaje
pesadilla” (Miguel de Unamuno) que les sirve de modelo.
*Artículo publicado hoy también en La última hora.
El general no tiene quien le siga, por José Luis Martín Palacín
Se quedará con las ganas de fusilar a veintiséis millones de españoles. Se llama Francisco Beca, fue general, pero por lo que se ve nunca dejó de ser un bárbaro ideológicamente desquiciado. Sirve a unos intereses que ni se imagina, y no tiene quien le siga. Porque él y otros setenta como él (y quizá muchos más, agazapados) sólo representan un imposible pasado. Al margen de que a algunos les venga muy bien la bulla que tratan de organizar. Que él y otros como él son franquistas jamás lo hemos dudado. Y en eso radica el enorme e imprudente error del PP de Casado y Aznar, cuando acompasa las directrices de su “argumentario” -y las soflamas sobreactuadas y mendaces- a los tópicos que le marca la extrema derecha a través de estos esperpénticos trasnochados. Un error que hábilmente supo evitar Fraga Iribarne, y que le supuso el mérito de neutralizar a la ultraderecha social gracias a la participación institucional de Alianza Popular. Nueva Tribuna
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