sábado, 19 de diciembre de 2020

EL LLANTO DE CONCHA, LA HIJA DE CLAUDIO DOROTEO DIÉGUEZ


Félix Población

Más de ochenta años después (84), Concha, hija de Claudio Doroteo Diéguez, ha recibido así los restos mortales de su padre, asesinado en septiembre de 1936 en Alsasua. La imagen la ha transmitido ayer EITB.EUS y muestra a una anciana abrazada a la caja que contiene los huesos de su progenitor sin poder contener el llanto. Durante toda su vida, esta mujer navarra, como tantísimos hijos e hijas de las víctimas del franquismo a lo largo y ancho del país, ha mantenido en su memoria la dolorida ausencia de aquel militante de la CNT que se unió a su madre para darle la vida, poco antes de que se desatara la barbarie represora de la muerte en Navarra: más de tres mil republicanos fueron ejecutados y asesinados por las tropas sublevadas en una provincia donde -como en no pocas del país-  no hubo apenas resistencia armada. Como el de Concha, así de intenso, largo y hondo fue y sigue siendo el dolor de esa memoria que durante décadas se ha pretendido seguir dando por enterrada en la ignominia, el silencio y el desprecio de las fosas del olvido. Quien no se conmueva ante esas imágenes de Concha llorando así, abrazada a la ausencia de su padre asesinado, sobra en un país digno. No voy a añadir la opinión que me merecen quienes son capaces de expresarse públicamente a favor de una nueva masacre como aquella. "Nos dicen que hay que olvidar, pero no se puede olvidar porque si no parece que te han matado también a ti", dijo Concha.

    DdA, XVI/4705   

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