El 30 de marzo de 2018 publiqué este canto para Octavio Fernández Zotes, médico, leonés, vasco, poeta y amigo, todo junto. Sé que le agradó mucho, me lo dijo en público y en privado. Pronto me escribiría una carta de las de sobre y franqueo, en la que me comunicó su estado de insalubre y el camino del duro recorrido hacia la muerte. Sin rodeos. Aquella humildad que desprendía su conducta, aquel miramiento solidario con el dolor del mundo, aquel último viaje de despedida y cierre a la casa familiar del pueblo, para hablar con el adobe de la memoria y el encuentro con todo lo suyo más íntimo, me conmovió y me sigue conmoviendo. Hoy lo reproduzco para solaz y memoria de quienes le quisimos y nos quiso. Octavio me escribió entonces: "Gracias, Félix, que aunque Dios se haya ido y nadie sepa cómo ha sido, tenemos que agradecerle ese ingenio y ese fino sentido del humor que te ha dejado. Jajajaja. Abrazos". Abrazado quedé. Y abrazado sigo a su mejor memoria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario