viernes, 20 de noviembre de 2020

LOS PREDICADORES DE LA ENSEÑANZA CONCERTADA

Rafael Quirós

Estudié ocho años en La Inmaculada, todo el bachiller antiguo, de Ingreso a COU. Mis padres supeditaron la economía familiar -donde nunca faltó nada, pero sobraba bien poco- a la educación de sus tres hijos en colegios de pago, cuando la enseñanza privada se pagaba como tal. Faltaba mucho (cambio de régimen incluído) para que un gobierno del PSOE recurriera a los conciertos educativos para dar cobertura de escolarización al llamado 'baby boom', allá por 1985.

Ya conté aquí que los jesuitas de la época, de los que casi no quedan, me enseñaron a pensar. A discernir. Que las clases de Arte con filminas del padre Martín, la Física de Fidalgo o mis odiadas Matemáticas con Valdés y con Meana tenían un nivel estratosférico, y que en el despacho de Paco Zanuy, el cura tutor de 5°, sonaba Víctor Jara hasta el fondo del pasillo, en respuesta a un golpe de Estado criminal en Chile. Cuando el retrato de Franco colgaba por decreto sobre los encerados en la escuela pública.
Escribo esto mientras una rueda de predicadores radiofónicos se turnan en atizar con afán a la ministra de Educación en la cadena de emisoras del amor fraterno. Han pasado 35 años desde que el Gobierno de Felipe González Márquez respondiera a una necesidad coyuntural de la época recurriendo a conciertos educativos con instituciones privadas de enseñanza, en su mayoría regidas por la Iglesia Católica. Hace tiempo que el entonces Presidente se declaró arrepentido de haber mantenido en vigor aquel programa y su creciente desvío de recursos, una vez que la red pública de enseñanza estuvo en condiciones de garantizar la escolarización del alumnado.
35 años después, lo que una concienzuda y metódica campaña de propaganda presenta ahora como un derecho fundamental de los españoles -la libre elección de centro y esa clase de etcéteras rellenos de ideología- es insignificante o simplemente no existe en países de nuestro entorno geográfico, social y cultural, exceptuando a Bélgica y el Reino Unido.
Pensemos por un momento en Pedro Sánchez (no se alarmen, es un suponer) firmando un concierto hoy con aseguradoras privadas para dar respuesta a la presión asistencial por pandemia en hospitales y ambulatorios del sistema público de Salud. Y a la COME (Cadena de Ondas de las Mutualidades Españolas) bramando por la radio dentro de 35 años, cuando una ministra de Sanidad protobolivariana intente meter la tijera.

DdA, XVI/4674

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