Paco Faraldo
Cuando eres director de El País, puedes escribir novelas perfectamente olvidables, conseguir que lleven esas novelas al cine y las transformen en películas de la serie B y, además, que te nombren académico de la lengua. Y una vez consagrado literariamente ya podrás dedicarte a hundir a tu empresa y enredarte en el lío de los papeles de Panamá que son los dos asuntos por los que Juan Luis Cebrián tiene más posibilidades de ser recordado.
Ahora, aquella empresa pierde más de 200 millones de euros al año y va a ser deglutida por un banco que utiliza de testaferro a un simpático asturiano llamado Blas y es dueño de la cadena de emisoras KIss. De ese modo, el periódico emblemático de la transición española, después de sanear a los periodistas menos maleables, se convertirá en el vocero preferido por la élite financiera del país, que ya sabemos de que pie cojea y con qué tipo de gobierno quiere salvar a los españoles de los peligrosos populistas. Todo ello sin PRISA, pero sin pausa.
DdA, XVI/4673
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