El pasado 12 de Noviembre se estrenó en el
Teatro Galileo Golfa, montaje teatral dirigido por José Padilla y producido por Alicia Álvarez
(Primera Toma) en colaboración con Carlos Carbonell (Crémilo). La obra surge,
nos cuenta la productora, de la necesidad de información ante la carencia de
educación sexual durante la adolescencia y la juventud. ¿Por qué a día de hoy
sigue sin haber espacio para la educación sexual en el ámbito educativo?
Golfa es un espectáculo
transmedia, que va más allá de las paredes de un teatro. A lo largo de la
función se utilizan medios audiovisuales y redes sociales para trasgredir los
límites del escenario y hacer del público un personaje más. Y es que es el juez
de la obra. Jordán, uno de los personajes, dirige una sesión de sexología que
surge ante la necesidad de conocer al autor de una pintada en la pared que reza
“GOLFA”.
A lo largo de la obra se tratan
numerosos temas relacionados con el sexo y la sexualidad desde una perspectiva
de género. Abruma la cantidad de puntos a tratar que ofrece el guion, desde el
lenguaje inclusivo a la masculinidad tóxica, pasando por la pornografía, el
consentimiento, el uso del piropo o la diferencia entre follar y hacer el amor,
cuestión que se dirige directamente al público. Todo a raíz de los insultos que
recibe una de las protagonistas, supuestamente por terminar la relación con su
novio.
Durante la discusión que
conforma el guion los personajes plantean al público cuestiones como la
educación en los cuidados, de la que carece la población masculina, y ofrecen
datos estadísticos con un lenguaje coloquial y ameno que hace entender al
público la necesidad de una educación sexual con perspectiva de género. Y es
que en nuestra sociedad el sexo se trata desde dos prismas completamente
opuestos, bien como tabú, derivado posiblemente de los años de dictadura, bien
como la más tóxica de las libertades sexuales. “Se oscila entre dos extremos
sin punto medio: o se va a los mitos del amor romántico, tratando de preservar
un infantilismo de princesas Disney, o se va a la casi fetichización perversa
de ese rango de edad.”, cuenta José Padilla en una entrevista.
En un espectáculo de poco más
de una hora se agolpan en el escenario asuntos que deberían tratarse punto por
punto y detenidamente no solo en las aulas, casi como asignatura de primer
nivel, sino también en casa, con la familia. Esto es lo que propone Golfa que
nos ofreció además un coloquio final en compañía no solo los actores, director
y productora, sino también el sexólogo profesional Cristian Gallego, asesor
pedagógico de la fundación Sexpol, que ha colaborado en el montaje de la obra.
Visto lo visto, la educación
sexual sí es necesaria.
*Crítica publicada también en Aquí Madrid
DdA, XVI/4680
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