lunes, 23 de noviembre de 2020

CUANDO LA DERECHA (NEOFRANQUISTA INCLUIDA) GRITA LIBERTAD


Lo que pierden con los votos lo protestan con los pies. Así se podría decir de lo que Fernando glosa en el siguiente artículo, dando el lastimoso espectáculo propio de unos partidos políticos totalmente dependientes del influjo oscurantista de la extrema derecha, una formación que considera mejores los tiempos de la dictadura, en la que tantos ciudadanos fueron ejecutados y perseguidos por defender las libertades.

Fernando de Silva

Esta semana hemos asistido a un bochornoso espectáculo de nuestra derecha “civilizada” (PP + Vox + Ciudadanos), gritando “libertad” mientras aporreaban sus pupitres, después de haber perdido una votación en el Congreso de los Diputados, como consecuencia de que una mayoría de representantes del pueblo, encargados de legislar en una democracia consolidada, decidían apoyar la nueva Ley de Educación, conocida como “Ley Celaá”. Y pedían libertad precisamente quienes han sido incapaces de condenar la dictadura franquista, pese a que han transcurrido más de 40 años desde la aprobación de nuestra Constitución. Hipocresía toda, y sin ruborizarse.

Esta mañana en nuestra ciudad de Gijón, la tranquilidad de un domingo soleado se veía perturbada por la contaminación acústica de cientos de bocinas y la atmosférica de sus tubos de escape, cuando los mismos que se han visto privados de “libertad”, se manifestaban en sus vehículos para protestar por la aprobación de la nueva Ley de Educación. Incluso habían tenido la ocurrencia de alquilar una limusina para demostrar su poderío, supongo que el económico (serán paletos). Afortunadamente la manifestación solo discurría por el centro de la ciudad, porque en los barrios solo se oían la sirenas de las ambulancias, que esas si respigan la piel cuando se escuchan.

Resulta llamativo escucharles quejándose de que no tienen derecho a elegir la educación de sus hijos, precisamente a aquellos que, por su situación económica, tienen la triple opción de elegir entre la educación pública, la educación concertada (en la que son habituales los donativos “obligatorios”), o la educación privada. Porque los que carecen de recursos económicos solo pueden optar a la primera de ellas, y por ello tienen menos libertad de elección.

Toda la protesta se fundamenta en unas pocas falacias que, repetidas hasta la saciedad, pueden llegar a ser creíbles; Trump ha sido experto en convencer así a los suyos de sus mentiras, y nuestra derecha ha utilizado siempre un discurso sin contenido, limitado a tres o cuatro mensajes. Pero tranquilos, el castellano está protegido por la Constitución, cuando en su artículo 3 1. establece que “El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla” (el término “vehicular” fue un invento del Ministro Wert y data del año 2013); y la enseñanza concertada será respetada, pero no privilegiada, como se hizo durante los gobiernos de Rajoy. Eso sí, la educación inclusiva será una prioridad, para poner fin a la segregación de personas con diversidad funcional o discapacidad; algo que tanto que le ha gustado a nuestra derecha.

Demos la bienvenida a la nueva Ley de Educación, que pretende cambiar el elitismo por la equidad. Y eso si es libertad, para todos, sin exclusiones.

Léase@también: Una educación para el siglo XXI

      DdA, XVI/4677      

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