lunes, 19 de octubre de 2020

RICARDO HEVIA, DOS AÑOS CONFINADO POR UN TRÁMITE ADMINISTRATIVO


Tanti es un referente de la lucha ciudadana en Gijón y en Asturias.
Hoy escuchamos a la alcaldesa decir que se sentía abochornada, pedía disculpas y se comprometía a poner solución inmediatamente al caso. Esperemos que sea así sin la menor dilación porque el mismo hecho de que esta noticia lo sea no deja en muy buen lugar al Ayuntamiento. Constantino advierte que en el barrio «hay muchas personas mayores en la misma situación», mientras clama porque la Fundación de Servicios Sociales preste ayuda y cense a quienes viven en una situación similar. Todo mi ánimo para Hevia, que también en esta ocasión piensa en las necesidades de los demás.

Ricardo Maese

Constantino Hevia Coto, gijonés de 82 años residente en el barrio de El Polígono, lleva encerrado en su vivienda de la calle Puerto de Leitariegos más de dos años. Quiere pero no puede salir de su casa de sesenta metros cuadrados. «Mi vida se limita a ir de la habitación al sofá desde 2018». Víctima de una enfermedad circulatoria y degenerativa, a Constantino le amputaron su pierna izquierda por debajo de la rodilla a principios de 2018. La enfermedad avanzó y en noviembre de 2019 fue necesaria otra intervención de igual índole en la misma pierna. La última amputación ya fue por encima de la rodilla.

Fue a partir de ese momento cuando comenzaron, con el consentimiento de la comunidad vecinal, los trámites para solicitar el permiso de obra para la instalación de un ascensor. Presentaron los papeles en el Ayuntamiento «y si te he visto no me acuerdo». No han vuelto a saber más de la administración. El teléfono de atención al ciudadano parece no existir y cuando su mujer Susana reclama presencialmente solo recibe evasivas de los funcionarios. «Es la historia de nunca acabar», relata desesperado el gijonés. Según les comunica la empresa que realizará las obras, el proyecto fue firmado en mayo de 2019 por el arquitecto municipal, pero «nunca más se supo de la licencia».

Dos años confinado y desesperado. «No me parece mucho pedir poder bajar a sociabilizar, pasear con la silla y tomar algo con los amigos», asegura. Vive con su mujer, que a duras penas puede con él. «¿Y quién cuida al cuidador?», se pregunta Hevia, que asegura que su enfermedad «también la ha condenado». Reciben la ayuda de su sobrino Carlos, pero en ningún caso entre los dos pueden bajar a Constantino tres pisos a pulso. «Ni siquiera la amputación de su pierna le limita a tener una vida normal. Solo un ascensor le impide tener una vida feliz y plena», lamenta su sobrino. Constantino advierte que en el barrio «hay muchas personas mayores en la misma situación» mientras clama por que la Fundación de Servicios Sociales «preste ayuda y cense a quienes viven en una situación similar».

Desde su primera intervención quirúrgica a principios de 2018 solo ha salido de su casa para asistir a rehabilitación o a revisiones médicas. Y ya ni eso porque un retroceso en su enfermedad le impide ahora acudir a rehabilitarse. Pero cuando acudía hasta dos ambulancias eran necesarias para su traslado. Cuatro personas para bajarle tres pisos y el Ayuntamiento lleva once meses para tramitar un «maldito permiso de obra». Ahora espera que la visita de EL COMERCIO a su vivienda sirva de «llamada de auxilio para mí y para otras tantas personas mayores que están en la misma situación».

Constantino Hevia es un antiguo dirigente en la dirección federal de Izquierda Unida. Mantuvo su cargo con Gaspar Llamazares, Cayo Lara y durante los primeros años de Alberto Garzón al frente del partido. Tiene fuerzas y ganas, pero un trámite administrativo le quita más vida que la amputación de una pierna.

El Comercio DdA, XVI/4643

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