martes, 20 de octubre de 2020

EL CINISMO DE LAS TOGAS

Vicente Bernaldo de Quirós



   Ando sumido en la estupefacción después de conocer las reacciones de determinados colectivos y organismos a la pretensión del Gobierno de desbloquear la renovación del Consejo General del Poder Judicial por la negativa del PP a consensuar una lista que acabe con la actual composición de este órgano que está extralimitado en sus funciones. Algunas de estas valoraciones son coherentes con el sesgo de sus actuaciones y otras son sorprendentes, básicamente por lo inane de su punto de vista.
   Os hago un pequeño resumen de la situación. El Consejo General del Poder Judicial lleva dos años en funciones porque no se han puesto de acuerdo la mayoría del Parlamento para su renovación. Ante la dilación de su relevo, el Gobierno, visto que el PP se niega a negociar porque le va bien en el machito con sus jueces amigos, ha presentado una propuesta en el Congreso de los Diputados para que se modifique el proceso de renovación y se reduzca a la mayoría absoluta, en vez de a los tres quintos de hasta ahora el plácet para el nombramiento de los nuevos jueces.
   Ha sido presentar la proposición y clamar en el cielo de las quejas por parte de los diversos sectores de la derecha que consideran que es un ataque a la independencia del poder judicial y un intento por parte del Gobierno de la izquierda de asegurarse el control de la judicatura, pero no solo no denuncian el retraso en la renovación, sino que ponen como condición que Unidas Podemos quede fuera de cualquier negociación.
   En el ámbito jurídico apenas se había escuchado reproche alguno a la extralimitación de los plazos, si bien el presidente del CGPJ y a la vez del Tribunal Supremo "exhortó" con la boca pequeña a que los partidos cumplieran con su obligación, pero tampoco amenazó con alguna actividad crítica con la situación.
   Las dos principales asociaciones de jueces en el arco de la derecha (la Asociación Profesional de la Magistratura y la asociación Francisco de Vitoria) han criticado duramente la propuesta que excluye al PP (por decisión del partido conservador) de los nombramientos y exigen la retirada inmediata de la proposición.
   A mí personalmente la posición de estas dos asociaciones me parece claramente deshonesta (es verdad que hay otra definición de su actitud más precisa, pero puede ser injuriosa) porque su postura es a la vez de juez y parte (nunca mejor dicho) y no ofrece una solución mediadora a este conflicto y se deja atrapar por el cinismo de las togas que con tanta frecuencia se hace reconocible en España.
   Para más inri, desde el CGPJ se ha difundido una supuesta encuesta entre jueces y magistrados que pone de relieve que el 90% de los togados es proclive a que los miembros del Consejo sean designados por ellos mismos. Yo, sin necesidad de sondeo alguno considero que el 90 de los delincuentes no quieren entrar en prisión y no por eso hay que dejarlos libres. Tampoco la forma de pensar de la judicatura tiene que persuadirnos de que la suya es la mejor opción. Es más, yo soy de los que digo que la justicia es demasiado importante para dejarla en manos de los jueces y no conviene nunca poner al zorro al cuidado de las gallinas.
   Es absolutamente increíble la laxitud de los integrantes del Poder Judicial cuando aceptan nombrar a nuevos jueces para distintos cargos, con los plazos ya agotados, con lo escrupulosos que son los magistrados cuando alguien presenta una demanda fuerza de plazo o tiene el escrito algún defecto de forma. Curioso que no sean tan exquisitos para saltarse los plazos a la torera.
   Como ya os he contado más de una vez, yo me apunto a la elección por sufragio universal de todos los ciudadanos de los dirigentes judiciales, tanto a escala del CGPJ como del Tribunal Supremo, del Constitucional y los tribunales superiores. Mejor fórmula para acercar la justicia al justiciable, casi imposible y de esta manera los jueces  elegidos no tienen que andar tentándose la ropa por si sus sentencias no gustan a los partidos del Parlamento, porque tienen la legitimidad que dan las urnas.
   Ya os narré más arriba que algunas de las reacciones a la proposición del Gobierno de coalición eran coherentes con la actuación de sus dirigentes, caso del PP y de Vox, pero algunas otras son bastante  inconsistentes.
   Por ejemplo, todavía no entendí el sesudo editorial del diario El País del pasado jueves, titulado 'Así, no", en el que su autor admitiendo el bloqueo sectario de la derecha, carga contra la propuesta gubernamental, pero sin dar ni explicaciones ni alternativas, con lo que parece que se inclina por dejar las cosas como están, a pesar de la anomalía que supone.
   ¿Que quereis que os diga? Esta fórmula del si, pero no, me recuerda a aquellos programas en los que Elena Francis daba consejos a las mujeres, pero dentro de la disciplina franquista y así cuando unas fémina se quejaba de que su marido la maltrataba y estaba pensando en fugarse, la locutora (que en realidad leía el guión escrito por un hombre) se escandalizaba y con palabras amables le recomendaba paciencia y buena letra, instándola a que llevara los golpes con resignación e hiciera caso a su esposo, llevándole las zapatillas cuando llegase a casa, poniéndose sexi para que la mirara mejor y jadeando en las noches de alegría, si él se lo pedía, pero le amenazaba con la ley de Dios si seguía con sus pensamientos de huida.
   No va a haber acuerdo para la renovación, por mucho que el PP trate de engañar a todo el mundo con sus chantajes y sus exigencias y plantee una alternativa corporativa para salir del paso y llevarse la parte del león. Y no lo va a haber porque forma parte del argumentario golpista con el que la derecha mediática, política y religiosa están trabajando desde la toma de posesión de este ejecutivo. Pero como decían los fieles de Alfonso Guerra en sus mítines demagógicos cuando era vicepresidente del Gobierno: "caña, dales caña, Pedro".

       DdA, XVI/4644     

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