jueves, 29 de octubre de 2020

LOS FALSOS PATRIOTAS

  


Vicente Bernaldo de Quirós

 Líbranos, Señor, de los malos profetas, que vienen con vestidos de oveja, pero son lobos rapaces, por dentro, exclama Mateo, uno de los cuatro evangelistas, en el versículo 7,15 de la Biblia católica. Y aprovecho la petición de este recaudador de impuestos en Cafarnaún, que fue también uno de los doce apóstoles, para rogar a quien corresponda que se nos libere de los falsos patriotas, esos que dicen querer tanto a España y que se envuelven en su bandera para, a la menor oportunidad, renegar de su patria, sobre todo si no la gobiernan quienes ellos quieren.

A los falsos patriotas se les distingue a la lengua. Cantan loas militares, llevan la bandera rojigualda en su reloj y en el alfiler de su corbata, aplauden cualquier alusión a la monarquía y gritan viva España, viva el rey, viva el orden y la ley, más como agresión a los que no creen en el régimen hereditario que como orgullo de pertenencia. Pero es todo fachada. En cuanto tienen la menor oportunidad se quitan de enmedio de la españolidad y buscan en el extranjero bujío para sus intereses monetarios y particulares. En cualquier momento se alían con el peor enemigo de España a fin de que los que son del signo contrario no puedan enorgullecerse de sus actuaciones.

   Los falsos patriotas no quieren que el Gobierno progresista sea el encargado de administrar los ingentes recursos económicos que Europa ha enviado a España para pagar los gastos de la pandemia y para recuperar las economías de los más necesitados. Apelan a la necesidad de que sean ellos mismos los que elijan el modo de invertir esas ayudas y buscan la forma de hacer creer a la Unión Europea que este país está en manos de manirrotos que no merecen gestionar nada.
   Prefieren que los que administren los recursos públicos sean alemanes, franceses o italianos, en vez que sus propios compatriotas decidan qué, para qué y para quiénes se destinan esos dineros, porque piensan que si les dejan hacer a los actuales integrantes del Ejecutivo de coalición, se llevarán el mérito y les impedirá volver al Gobierno en un plazo relativamente. Son mezquinos y a la vez cortos de mollera.
   No les basta con negar el pan y la sal y la gestión económica a sus adversarios económicos, sino que arriman el ascua a su sardina y se inventan que Europa exige que se gasten en determinadas partidas y que se pongan en marcha las reformas que ellos quisieran efectuar para que sus amiguitos de farras se enriquezcan todavía más. Y  por supuesto, nunca está la subida de impuestos en lo que reclama la Unión, aunque estemos a años luz de lo que pagan los más ricos de Europa.
   Con la ayuda de determinados medios de información a los que les suministran munición suficiente para que corran los bulos, ser sacaron de la manga una supuesta reclamación de los dirigentes judiciales de Europa para frenar la reforma de la elección de miembros del Consejo General del Poder Judicial, con la inventiva de que atacaba la independencia de los jueces. Lo que de verdad sugerían los mandamases continentales es que la reforma no ponga en peligro la neutralidad de los sentenciadores, como siempre hizo cuando se produce un cambio en cualquier nación de la Europa comunitaria en ese ámbito.
   Lo que les preocupa a los responsables de la política judicial en Europa son casos flagrantes de dependencia de los magistrados con respecto al Gobierno de turno, como sucede en Polonia y Hungría. Y están estos eurócratas tan interesados en acabar con esos problemas, como para entrar a degüello en otro, que no parece que cuente con indicios para preocupar.
   Pero ya veis, nuestros falsos patriotas apelan a cualquier circunstancia para desprestigiar a este gobierno en los mentideros de la UE y ofrecerse a ser ellos los que se lleven el santo y la limosna. No son patriotas. Son patridiotas. 

       DdA, XVI/4653      

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