miércoles, 28 de octubre de 2020

MUJERES COMO CHARO LÓPEZ

Lamento que los medios de comunicación actúen a veces con tan escasa diligencia cuando los protagonistas de la noticia son lumbres de inteligencia, sensibilidad y buen hacer profesional. Al menos, aquellos medios que más se precian de una cierta cualificación. El breve discurso pronunciado ayer por la actriz salmantina Charo López en Valladolid, con motivo de la merecida entrega de la Espiga de Oro a toda su carrera, debería haber sido resaltado hoy en los informativos. La Seminci con Charo hubiera merecido esa mínima atención, por verla, escucharla y abrazar la emoción de sus palabras, que tanto asociamos con sus memorables interpretaciones. Fue un discurso emotivo en el que la actriz abogó por los sueños, sobre todo cuando nos falla la salud: "A los sueños nos dedicamos en esta profesión -dijo-, a cumplir sueños, mostrar vida y reivindicar lo que es justo". Toda nuestra gratitud por ello, Charo. Lazarillo


Maite Cifuentes

Charo López puede pasar como la primera actriz que fue el contrapunto del último franquismo en la historia sentimental de España, la que inauguraba la nueva belleza de las hembras más deseadas en sueños cuando estaba llegando la libertad.

Hasta entonces el sexo matrimonial de la burguesía se hallaba conjuntado con armarios oscuros, espejos ovalados, hondos cajones de la cómoda con mantillas traspasadas por una aguja de plata, corpiños de ballenas, sábanas con alcanfor, camas de hierro cuyos muelles gemían mucho más que las legítimas esposas sobre colchones de lana, amparadas por un crucifijo que vigilaba desde la pared cualquier exceso.
Chicas como Charo podían establecer una pasión clandestina, paralela, pero nunca eran imaginables en el papel de entretenidas a la que un ricachón o alto funcionario les pusiera una mercería. He aquí la aportación de aquella generación de chicas a la historia sentimental, el nuevo amor en las esquinas, en los pubs, en el coche, en los soportales, en los jardines oscuros, las primeras que rompieron la orden de estar a las diez en casa.
Comenzaban a ser libres, podían ser amantes pero ya nadie las llamaría queridas, con el tufo agrio del machismo.
Las aguas turbulentas de la democracia trajeron rostros distintos de mujer y el primero en pasar bajo los puentes de la libertad fue el de Charo López, al que seguían los de Angela Molina, Ana Belén, Carmen Maura, Penélope Cruz, Emma Suárez, Maribel Verdú, Adriana Ugarte, y otras, sumergidas en una corriente más o menos turbia, que no era sino el agua de nuestra memoria, como explicación de un tiempo y un espacio, rostros que sintetizaron una pasión colectica.
Charo López es el símbolo de la luz al final del túnel. Si las mujeres en la agonía del franquismo dieron un paso adelante fue por su arrojo personal sin ayuda de nadie.
Llevaban botas altas, echaron los sostenes de lado, algunas exhibían una tijera estampada en la camiseta entre los senos, aprendieron a blasfemar y ante su acoso los progres comenzaron a recular en la barra de los bares, fueron aquellos que en casa ya ponían la mesa y comenzaron a lavar los platos y ellas les enseñaron que llorar también era cosa de hombres.

DdA, XVI/4652

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