jueves, 29 de octubre de 2020

LAS PRINCESITAS DE “LA PLAYA”, CENTENARIA CONFITERÍA GIJONESA

Félix Población

Gijón tiene bien ganado nombre por sus pastelerías, muchas y de contrastada calidad. Puede que sus moradores sean tan entendidos en la materia como golosos o llambiones en su disfrute, y que, por esta razón, no se les escape la circunstancia de que el año próximo cumple un siglo la confitería más antigua de la ciudad, fundada en 1921 y ubicada en la céntrica y renombrada calle Corrida, muy cerca de la Plaza del 6 de Agosto que preside desde el siglo XIX la estatua de Jovellanos.

El comercio se llama La Playa y debe su nombre a que estuvo situado, hasta 1938, en la calle de Jovellanos, la que desemboca por La Escalerona en la única playa urbana que tenía entonces Gijón: la de San Lorenzo. Regenta actualmente el local la cuarta generación familiar, después de que Ambrosio García y Fabián Castaño lo fundaran, siguiendo el modelo de las pastelerías centroeuropeas que conocieron en uno de sus viajes.

Como otros establecimientos de su mismo estilo y dulce sabor, La Playa tuvo lo que se llamaba salón de té en los viejos tiempos, algo que aún creo que conservan algunas pastelerías de la ciudad, sin que el té sea la bebida más consumida. Entre sus magníficos productos artesanales hay dos especialmente renombrados: las pastas de nuez y las princesitas, elaboradas estas últimas con crema de almendras, yema de huevo y un baño de azúcar. Se venden envasadas en unas pequeñas cajas de cartón cuya ilustración recuerda las viejas casetas de tela de la gran playa gijonesa.

    Como se puede leer, el pequeño cronista se adelantó unos cuantos años a la embarcaciones turísticas de las que hoy cuenta la ciudad para recorrer la costa.

Vaya desde aquí, en recuerdo del niño que hizo cada semana de verano un número de su primer y torpe periodiquillo manuscrito con esa misma cabecera y que saboreó más veces con los ojos y el olfato que con el gusto las princesitas de La Playa cuando la repostería era un lujo extra de algún que otro salteado domingo, mi enhorabuena adelantada para la pequeña pastelería de aquella villa con motivo de su cercano y meritorio centenario. Un siglo endulzando el paladar de los gijoneses, cuando tan reñida es la competencia y tan azaroso y amargo fue esa centuria, es en verdad muy digno de encomio.

No quiero desaprovechar la ocasión de este recordatorio para preguntar algo que me intriga desde que mi amigo y vecino de memoria Goti del Sol me dijo que las princesitas fueron una creación de ese obrador para celebrar la visita del Príncipe de Asturias en 1924, con motivo de la primera Feria de Muestras de Asturias. Por tratarse de Alfonso de Borbón y Batemberg (1907-1938), príncipe heredero desde su nacimiento hasta la proclamación de la segunda República -enfermo de hemofilia, renunció a sus derechos dinásticos en 1933-, ¿no hubiera sido más indicado llamar principitos y no princesitas  a tan valorada confitura gijonesa?

      DdA, XVI/4653      

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