Lo que está ocurriendo en Oviedo con el carril bici que observamos en la imagen, trazado por el medio de una céntrica calle peatonal, también ocurre en otras ciudades como Salamanca, donde igualmente se "disfruta" de un gobierno bipartito (PP, Ciudadanos), con la diferencia de que en la capital del Tormes los carriles no tienen en la mayor parte de las veces destino. Se trata de carriles interruptus que dejan al ciclista apeado del vehículo, a la búsqueda a pie de un nuevo tramo de circulación autorizada. Este Lazarillo no sabe por qué la derecha es así de cerril con la bicicleta. Ignora asimismo por qué es, al mismo tiempo, tan hipócritamente sostenible, porque tanto en Salamanca como en Oviedo hay los suficientes aparcamientos para ciclistas como para no perpetrar esos carriles por la misma mitad de un tránsito peatonal.
¿Qué se pretende? ¿Acaso provocar accidentes con los transeúntes para que entre estos y los ciclistas se encone la coexistencia de unos y otros en nuestras calles? ¿A qué viene esa miserable concesión de espacio prestado a los ciclistas en medio de los peatones, si lo que toda ciudad con una cierta visión de futuro sostenible debería hacer sería abrirse a la bicicleta, reduciendo cada vez más el tránsito rodado a motor en su centro urbano? Resulta auténticamente deplorable observar imágenes como estas de Oviedo. Nada te digo si quien lo hace es un ciudadano de Europa central o Italia.
Esperamos que algún ovetense tenga a bien hacer un álbum fotográfico de la chapuza de carril bici que ha organizado el equipo de gobierno municipal de ese Ayuntamiento, de la que tenemos un ejemplo más en esta imagen. Así celebra ese Ayuntamiento su apoyo a la Semana Europea de la Movilidad. Ha creado cuatro kilómetros de carril bici en una veintena de calles, peatonales mayormente, como si le hubieran dado a un funcionario brocha y pintura para trazarlas a tontas y a locas. Una auténtica risión, que diría alguno.
DdA, XVI/4619
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