Félix Población
He vuelto a escuchar la confidencia que nos participó quien fuera ministro del Interior del Gobierno de España a propósito de Lucifer y este país con ocasión de una plática que tuvo con el pontífice Benedicto XVI en la primavera de 2015, cuando Fernández Díaz estaba al frente de esa cartera bajo la presidencia de Mariano Rajoy.
El papa le advirtió entonces del afán de Satanás por destruir España, habida cuenta su empeño de atacar a los mejores en su lucha contra las tinieblas. Nadie sabe cómo llegó a los medios de comunicación el vídeo que ilustra este comentario, producto de una videollamada entre el ministro y al menos seis personas más. Don Jorge estaba en Roma con motivo del centenario del patronazgo de la Virgen del Pilar, que lo es de la Guardia Civil, por muy civil que se llame. Benedicto aconsejó a Fernández Díaz humildad, oración, sufrimiento y devoción mariana para que Lucifer sea derrotado.
Estos días hemos tenido conocimiento de algunas artes puestas por el exministro en esa lucha contra el maligno durante el desempeño de su cargo. Don Jorge está imputado por una operación policial secreta a la que se ha llamado caso Kitchen, pagada con fondos reservados de su departamento y consistente en el presunto espionaje del extesorero de su partido, Luis Bárcenas, a fin de robarle determinados documentos que podrían perjudicar tanto al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, como a la cúpula del Partido Popular.
Recientemente, quien fuera segundo de Fernández Díaz en el Ministerio del Interior, Francisco Martínez Vázquez, manifestó en el diario El País que tiene la intención de contar al juez todo lo que sabe sobre el citado caso, cuyos componentes mafiosos saltan a la vista a medida que se van conociendo.
Me ha parecido temerario que Martínez hiciera esa afirmación, teniendo en cuenta la inquietud que ha sembrado en el Partido Popular y la confianza con la que su exjefe parloteó sobre Satanás con el papa de Roma. Yo que Martínez hubiera sido más cauto. Debería tener en cuenta que don Jorge no por ser su exsuperior ha dejado de estar en lucha contra el maligno, para lo que la humildad, la oración, el sufrimiento o la devoción mariana son meros ornamentos litúrgicos. Cuídese del diablo, señor Martínez.
Lectura@recomendable: Espías de misa diaria, por José Ovejero
DdA, XVI/4612
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